El alma influye a veces en el cuerpo,
por lo menos en la cara, en el gesto, en la forma de alimentarte y de
vivir. La elegancia del alma puede, por ejemplo, dar lugar a un
cuerpo elegante.
Qué pena que el cuerpo, en cambio, no influya tanto
en el alma. La belleza de un cuerpo no puede traducirse en el alma de
quien lo posee.
Buenas noches.