Amar (o querer, que es lo mismo) es
dar, es un movimiento de entrega, de generosidad, que sale de uno y
se dirige a la persona amada. Consiste en intentar que la vida de la
persona amada sea mejor, en procurar ayudarla y en hacer lo posible
por conseguir lo que ella necesita para que pueda vivir su propia
vida. Es como una flecha que se origina en la persona que ama y que
se encamina hacia la persona a la que se quiere para que disfrute
ella con la acción del amante.
Cuando yo observo algo bello, por
ejemplo, un paisaje, un cuadro o, incluso, cuando se trata del cuerpo
bello de un ser humano, lo que yo hago es admirarlo con respeto,
disfrutar de sus características, gozar de su belleza como un regalo
de la vida. En este caso es como si de ese objeto saliera una flecha
que se dirigiera hacía mí para que sea yo quien pueda disfrutar con
su belleza.
¿Cómo podría yo amar la belleza? A
mí me resulta imposible, porque no sabría cómo hacerlo. ¿Qué le
puedo dar yo a la belleza? ¿Cómo ayudar a la belleza? La belleza no
creo que esté para amarla, sino para admirarla con el debido
respeto. La flecha del amor y la flecha de la belleza discurren en
sentidos contrarios, porque responden a actitudes distintas.
Esto que digo no me parece, ni mucho
menos, una ocurrencia más o menos teórica, sino que creo que es una
enorme fuente de posibles problemas humanos derivados de la confusión
entre la actitud estética y la actitud amorosa. Yo conozco muchos
casos de personas que se han dejado llevar por la belleza de ojos,
tetas, culos, longitudes y volúmenes, y a esa admiración lógica
que han sentido le han llamado amor. Creo que este es el origen de
esa horrible manía de tratar a ciertas personas como cosas que están
a mi servicio y a las que digo, no se sabe por qué, que las amo.
¡Cuántas parejas se han formado así! ¡Cuánto sufrimiento ha
generado esta confusión entre la estética y el amor! ¿A dónde se
ha ido ese supuesto amor cuando la estética ha cambiado?
La estética no es amor, sino, más
bien, lo contrario. Si lo que yo quisiera fuera la belleza de una
persona y sólo su belleza, la estaría tratando como una cosa, como
una fuente de deleite y de placer, como algo de lo que uno podría
aprovecharse. Y necesitaría que estuviera siempre en 'estado de
belleza', porque es lo que me atrae de ella. Supongo que tendrás
claro de lo que estoy hablando.
Es normal que la belleza atraiga, y esa
atracción podrá o no estar acompañada de amor, pero lo que no es
válido es confundir una cosa con la otra, porque no tienen nada que
ver. Se ama a la persona y se admira respetuosamente su belleza, pero
no se ama su belleza. Buenas noches.