"Es la parte instintiva, la que sirvió para hacer bajar al australopithecus del árbol y salvarle la vida. La tenemos poco desarrollada y es la zona a la que apelan los dictadores para que las masas les sigan. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente."
Uno de sus grandes descubrimientos es el de que, en nuestro cerebro, uno de los hemisferios está menos desarrollado que el otro. Su explicación es como sigue:
“Sí, el cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. Por eso debemos estar alerta. Hoy puede ser el fin de la humanidad. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge en el origen de la vida de los vertebrados, pero que no tiene que ver con el razonamiento. El peligro es que aquello que salvó al australopithecus cuando bajó del árbol siga predominando”.
Su actitud ante la vida la aprendió de sus padres:
“Lo más importante era comportarse de una manera razonable, saber lo que vale de
verdad. Tener un comportamiento riguroso y bueno, pero sin la idea del premio o el castigo. No existía la idea del cielo y el infierno. Éramos religiosos, pero la actitud ante la vida no tenía que ver con la religión. Existía el sentido del deber, pero sin compensación post mortem. Debíamos comportarnos bien, eso era una obligación. Entonces no se hablaba de genética, pero era ese espíritu. Sin premio ni miedo”.
No actuar por miedo ni buscando un premio o evitando un castigo. Actuar por hacer el bien, con sentido del deber. ¡Qué raro y, a la vez, qué admirable resulta esto hoy!
Rita Levi-Montalcini es laica, feminista, apoya la eutanasia y el testamento biológico y no le tiene miedo a la muerte porque entiende que morirse es lo natural.
No desea jubilarse. La jubilación -dice- está destruyendo cerebros porque la gente se jubila y se abandona y eso mata su cerebro y enferma.
Para que no decaiga la capacidad de pensar ni de vivir,
“la única forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Cuando muera, solo morirá mi pequeñísimo cuerpo”.
¿Está preparada?
“No hace falta. Morir es lógico.”“Lo importante es vivir con serenidad, y pensar siempre con el hemisferio izquierdo, no con el derecho. Porque ése lleva a la tragedia y a la miseria. Y puede suponer la extinción de la especie humana.”
Junto con su colaboradora de hace muchísimos años, Giuseppina Tripodi, acaba de publicar un libro de memorias titulado La clepsidra de una vida, del que sólo conozco la versión italiana, pero aún no la española.
Hoy, 22 de abril de 2009, me inclino con respeto y con reconocimiento ante Rita Levi-Montalcini, un ser humano admirable, una persona de las pocas que me reconcilia con la vida, porque hoy cumple 100 años.
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Hola Manuel: muy bueno tu post, no había oído hablar de esta señora. Sus ideas son de lo más claras, todo un personaje.
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