Tal día como hoy de 1855 murió Charlotte Brontë, autora de
Jane Eyre.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Tal día como hoy de 1844 nació Paul Verlaine, autor de Poesía.
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Tal día como hoy de 1091 murió Wallada Bint Al-Mustakfi, autora de La última luna.
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Ser culto es cumplir las normas adecuadas para vivir como un ser humano y crear así un mundo en el que todos podamos vivir libres y con iguales derechos.
Ser inculto es no cumplir las normas adecuadas para vivir como un ser humano y renunciar a crear un mundo en el que podamos vivir libres y con iguales derechos.
Ser aculto es situarse al margen de las normas, vivir sin normas, sin preocuparse de si vive como un ser humano o no y traerle al fresco si se crea un mundo mejor o peor.
Creo que lo que va creciendo en nuestra sociedad es la acultura.
Tal día como hoy de 1971 Fernando Arrabal publicó Carta al general Franco.
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Evolución: Cambio que se produce de un estado a otro en un objeto o sujeto. Se usa frecuentemente para aludir al perfeccionamiento cualitativo de una persona, situación, contexto histórico, objeto, etc.
Involución: Proceso o situación que se extiende a lo largo del tiempo. En este periodo el sujeto o elemento que la sufre va perdiendo atributos y características positivas y adquiriendo propiedades negativas.
Odio: Sentimiento intenso de repulsa hacia alguien o algo que provoca el deseo de rechazar o eliminar aquello que provoca disgusto.
Asco: Impresión desagradable producida por algo que repugna.
Responsable: Que pone cuidado y atención en lo que hace o decide.
Egocentrismo: Característica que define a las personas que creen que sus opiniones e intereses propios son más importantes que las de los demás. Incapacidad para asumir o comprender con precisión cualquier perspectiva que no sea la propia.
Matar: Quitar la vida a un ser vivo. Hacer que algo deje de estar presente. Producir a alguien un gran sufrimiento físico o moral. Quitarle a alguien el interés por algo. Sinónimos: Asesinar, ajusticiar, fusilar, asfixiar, linchar, acabar, terminar, suprimir, extinguir.
Honestidad: Valor moral que se refiere a un conjunto de atributos personales, como la decencia, el pudor, la dignidad, la sinceridad, la justicia, la rectitud y la honradez en la forma de ser y de actuar.
Ridículo: Que por su rareza o extravagancia produce risa. Situación humillante que sufre una persona y provoca la risa y la burla de los demás.
Arrepentimiento: Sentimiento que provoca malestar en el sujeto, y se da cuando este es consciente de que hizo algo malo, y que le impulsa a actuar para conseguir enmendar la situación y disminuir las malas sensaciones.
Voy a ver si con estas herramientas puedo hacerme una idea algo más clara de lo que estoy viendo y oyendo estos días.
Tal día como hoy de 1916 nació Blas de Otero. Sobre su magnífica poesía escribió Emilio Alarcos la obra La poesía de Blas de Otero.
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La verdad no existe, sólo hay certidumbres más o menos pasajeras.
Toda certidumbre es válida en un espacio y en un tiempo. Lo habitual es que luego cambie, para mejorar o para desaparecer.
Las certidumbres válidas hoy hay que criticarlas permanentemente. Así se evita el riesgo de estar admitiendo como ciertas falsedades sin sentido.
Quien quiera perfeccionar sus certidumbres deberá mirar hacia el futuro, nunca hacia el pasado.
Si un día apareciera alguna verdad, sería en el futuro.
Tal día como hoy de 1863 nació Gabriele D'Annunzio, autor de
Primo vere.
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Pero la igualdad no acaba aplicándola sólo a las mujeres. Es mejor hablar de igualdades concretas que de la igualdad abstracta. Pasa lo mismo con las libertades. Hay una igualdad concreta que me parece que en un país como el nuestro, que tanto le debe al turismo, se debería cuidar más. Me refiero al trato desconsiderado que en bastantes bares y restaurantes se les da a los extranjeros. Conozco establecimientos en los que se trata con el mismo respeto a todos los clientes, sean de donde sean. Pero también hay otros en donde las cosas no son tan agradables. Hace tiempo que lo comprobé en un afamado restaurante de Sevilla, en el que no he vuelto a entrar desde entonces. Y me ha ocurrido ahora en el restaurante más antiguo del mundo, según el libro Guinness, el llamado Botín, en Madrid. Miré la carta con los precios y pensé ingenuamente que, a pesar de su orientación turística, ofrecerían calidad. El resultado fue, dicho finamente, un desastre. Para quienes comimos allí, como si hubiese dejado de existir.
Te recibe un señor enchaquetado con un “Buenos días, don Manuel”, “Acompáñeme, don Manuel” y mucha reverencia hasta que quedas en manos de algún camarero, que desde lejos te señala la mesa que te han asignado y te aclara que es “aquella de allí”. Cuando llegas a ella, no te preguntan si quieres algo de beber antes de comer, porque parece que tienen siempre prisa, posiblemente para organizar más turnos. Al poco de sentarte ya te están diciendo si sabemos qué vamos a comer. La pregunta de si la copa de vino que has pedido la prefieres de rioja o de ribera no te la hacen para no perder tiempo. Ponen el que les da la gana. El primer plato, para compartir, llegó a la mesa de la mano de un jovencito que lo dejó caer en la mesa como el que tira un jersey encima de la cama al llegar a casa. Ni pedimos cordero ni pedimos cochinillo, que parece que es lo que piden todos, pero lo que trajeron estaba más bien duro, burdamente recalentado y quemado, con una lechuga oxidada, debido al tiempo que hacía desde que la habían cortado, y sin ninguna gracia para que cobraran 23 € por uno y 19 € por el otro. Hasta el café era malo. Todo ello servido con desgana y en un rincón rodeado agobiantemente de mesas.
Este sitio ni siquiera se puede calificar de comedero, sino de sacaperras caro y descarado. El pobre comensal al que le asocien una mesa en la planta baja no podrá comer con calma y soportará tanto la entrada constante de personas como la temperatura que se cuela por la puerta sin piedad. En cualquier minúsculo espacio que esté libre te sitúan una mesa y te clavan. Salimos pitando de allí en cuanto pudimos, pero para nunca más volver.
Días pasados comentamos la obra de Juan Muñoz Con la corda alla bocca, que puede contemplarse en la exposición que la Comunidad de Madrid organiza en la sala Alcalá 31, de Madrid. Hoy vamos a comentar la denominada Plaza. Esta obra pertenece al Kunstsammlung K21, de Düsseldorf, y no ha vuelto a verse en España desde que el artista la creara para la exposición que tuvo lugar en el Palacio de Velázquez, en Madrid, en 1996.
Está formada por veintisiete personajes, todos ellos con rasgos orientales. Posiblemente esto sea para que, como suele ocurrir en occidente, nos parezca que son todos iguales. Todos van vestidos de manera similar. Todos se ríen, aunque no se sabe de qué. Todos hablan, pero no se oye nada. No se trata de un conjunto de seres humanos concretos, sino del ser humano. Creo que se trata del ser humano contemporáneo, el que, aunque no lo queramos reconocer ni hablemos de ello, está una vez más perdido en una profunda crisis existencial. Este ser humano actual, que no acierta a conjugar sus enormes deseos de individualidad con sus necesidades de socialidad, que quiere relacionarse con los demás, pero que tantas veces el intento no llega más allá de unas risas superficiales, que a la vez quiere crear una sociedad, pero que huye de ella en cuanto puede, que cree que el ser humano no se va haciendo a lo largo de la vida, sino que ya es lo que es y no tiene que buscar nada más.
Ninguno de los personajes tiene pies. ¿Qué quiere decir esto? Quizás que no se pueden mover, que están anclados física e intelectualmente en lo mismo, en lo de siempre, sin posibilidad de salir de ahí.
Todos se relacionan entre sí, pero ¿cómo es esta relación? De nuevo creo que aparece aquí la ética. Lo que debería ser un criterio básico y profundo para establecer relaciones sociales lo disfrazamos de economía, de sociología, de política, o huimos descaradamente de hacernos estos planteamientos hacia territorios menos problemáticos y más agradables.
Para que el espectador pueda hacer estas reflexiones u otras, Juan Muñoz nos ofrece una serie de figuras que se expresan a su manera ante el espectador, pero dejando fuera a éste. Es una Plaza en la que no puede entrar, en la que ocurren cosas, pero siendo él ajeno a todo ello. Esta es una técnica de distanciamiento creativo que funciona como una provocación para el espectador. A este no le permiten pasear entre los personajes, no puede acercarse demasiado a ellos. El acercamiento debe ser mental, intelectual. Debe pensar para entender. El hecho de que esto hoy sea un difícil asunto no hace más que mostrar la profunda crisis humana en la que vivimos, de la que nadie habla y que tanto disfrazamos con las más variadas ocurrencias.
La exposición puede verse de martes a sábado de 11.00 a 20:30 h., y los domingos de 11:00 a 14:00 h. Estará abierta hasta el 11 de junio. El 17 de junio se abrirá en el Centro de Arte Dos de Mayo, en Móstoles, la segunda parte de la exposición, en esta ocasión titulada con un verso de T.S. Eliot, En la hora violeta.
Me parece muy interesante la lectura del artículo de Ianko López, Juan Muñoz: reivindicación del artista madrileño que el mundo amó, aparecido en El País del 8 de febrero de 2023. https://elpais.com/eps/2023-02-08/juan-munoz-el-artista-que-veia-el-futuro.html
También este otro de Ángela Molina, titulado Juan Muñoz, templo del silencio, aparecido en el mismo perióidico el 3 de julio de 2015. https://elpais.com/elpais/2015/06/05/eps/1433509094_873815.html#?rel=mas