- Mágicas palabras. Cuando tenía pocos años, estas palabras las solía pronunciar el chico a la chica que le gustaba y, si era correspondido por ella, se cerraba una especie de trato por el que ambos se convertían en novios y cortaban un buen número de lazos con amistades y con la realidad. Resultaba un proceso bastante empobrecedor.
- Mágicas palabras. Le oí decir a García Calvo, el ilustre catedrático de latín, que él no las pronunciaba nunca. Hay veces -afirmaba- que en lugar de querer de verdad a una persona, le pronunciamos las dos palabras de marras y si quien las oye se las cree, queda como entontecido y se olvida de que de lo que se trata es de amar de verdad, con hechos, y no con palabras.
- No son tan mágicas estas palabras, me parece a mí. Yo quiero a la persona con la que convivo, pero ni todo mi amor se acaba en ella ni toda mi vida se agota en la convivencia. 'Vivir' es mucho más que 'convivir'.
(continuará)
Buenas noches.
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