miércoles, 2 de octubre de 2013

Hay que abrir las puertas



Leo, a través de Nuria Varela, el anuncio que la Academia de la Publicidad ha hecho para conmemorar el 300 aniversario de la Academia de la Lengua Española. El tufo sexista y machista del anuncio es tan grande que muchos no lo van a notar, acostumbrados como están a tener estos vicios en casa y a fijarse más bien en pequeñeces y en fruslerías muy vistosas, pero de poca monta. De nuevo la mujer aparece como la que no sabe hablar, la que deposita la autoridad en el padre delante del hijo, la que se dedica a las tareas de limpieza y la que necesita salirse de su incultura y ponerse a un nivel adecuado. Parece que lo que ocurría en otros tiempos vuelve a ocurrir también en estos y que la porquería mental sale a la luz en cuanto puede.

Algo huele mal en todo esto. Hay una lamentable costumbre muy extendida de confundir al sabio con el viejo, como si la sabiduría fuera cosa de la edad, de la experiencia, y no de una actitud mental abierta, crítica, ilustrada, atenta a la justicia y creadora de libertad y de igualdad. Las instituciones se han llenado de viejos -no de ancianos, que ser anciano es otra cosa-, de estorbos para la cultura, de tradicionalistas malformados, de mantenedores del orden de toda la vida, de frenos para el avance de la humanidad, de misóginos sin remedio y de generadores de daños sociales en la materia que les toque. Las discriminaciones, especialmente la que afecta a las mujeres, se han hecho normales, habituales, entre este tipo de personajes y es muy raro ver a alguno de ellos defender la igualdad y salirse del inhumano cauce del machismo. Con estos personajes no vamos a ninguna parte. O abrimos las ventanas -y las puertas- o la peste va a ser pronto insoportable.

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