Cuando el PP estaba en la oposición,
su objetivo era destrozar al PSOE para poder así ocupar ellos el
poder. Cuando, al fin, llegaron al poder, la meta fue destrozar las
estructuras del país para poner en su lugar una red de negocios
privados que les aportaran pingües beneficios.
Lo peor de estos
destrozos ha sido la forma de llevarlos a cabo: a cualquier precio,
por cualquier procedimiento, sin que una mínima moral alumbrara lo
que hacían, mintiendo como norma, descalificando con alevosía y con
crueldad, anteponiendo sus propios intereses a los de los ciudadanos
y a los del país, sin tregua, sin el menor sentido del ridículo,
tratando a los ciudadanos como si fueran tontos, sin el menor rastro
de valores como el respeto, la justicia, la igualdad o la
solidaridad. Ha sido, y sigue siéndolo, un destrozo salvaje en plena
ciudad, una paliza de brutos a unos ciudadanos indefensos.
Pero tanta
inhumanidad contra los demás termina por mostrar que detrás de ella
no hay más que gente inhumana, brutos disfrazados de personas,
neoliberales que se presentan con chaqueta y corbata intentando
ocultar con ellas su odio, su codicia, su falta de dignidad, su
cinismo y su desvergüenza. Ahora se están destrozando ellos. La
maldad interior se está juntando con la maldad exterior creada por
ellos mismos. Ya es sólo cuestión de tiempo, aunque morirán
destrozando, porque no saben hacer otra cosa.
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