Yo no quiero nada de nadie ni le pido nada a nadie. No quiero que nadie me dé nada. Lo único que quisiera es poder ser como soy. Y para mí es un valor ser cariñoso. La vida y lo que te pasa en ella te producen unos sentimientos y yo he aprendido que no es nada bueno dejarlos dentro de ti, en donde es posible que se tuerzan y, si acaso, hagan daño. Es mejor sacarlos fuera y, a ser posible, que se enteren los que te han producido esos sentimientos.
Pero la cosa no es tan fácil porque no todos -yo, el primero- hemos sido educados para convivir con la expresión de los sentimientos. Es como si hubiera una tendencia a malinterpretar, a sospechar del que te da cariño (¿qué querrá?), a reservar esas manifestaciones para el ámbito de la intimidad, eliminándolas de la vida cotidiana. Pero a mí me parece un signo de juventud vital, de frescura, de humanidad, de calidad de vida, de naturalidad, de creación de un mundo distinto y mejor.
Me emociona cuando una persona entiende la vida en clave cariñosa. Es como si se concentraran en ella las mejores cualidades humanas, la buena voluntad, el hacer algo por el otro, el dar cariño, el regalar sonrisas. Tengo amig@s que regalan abrazos fuertes, besos a miles y ambas cosas a la vez y me siento orgulloso de ell@s. Pero no todos son así y hay veces que o bien las circunstancias hacen que te encuentres con personas encerradas en su mundo y que no te tratan con cariño o bien rechazan el que tú intentas darles. Por lo menos a mí no me resulta demasiado fácil ser cariñoso.
Querido Manuel, justo ayer me quedé pensando en esto después de leer un artículo sobre los besos. Me di cuenta que había compartido unas horas con un amigo muy querido ¡¡y no le había besado!! ¡¡Qué mal me sentí después!! No sé por qué me guardé las ganas... Pero piendo remediarlo pronto con él. De hecho esta mañana, me han surgido las ganas de cariño al recibir un precioso regalo flamenco y sevillano de nuestra querida amiga rubia. Y le he plantado allí un sonoro par de besos apretados en medio de la sala de profes. A mí el cariño me brota de forma natural y con el tiempo también he tenido que aprender a medirlo, a dosificarlo con los "vampiros emocionales", con las personas que no lo merecen o con quienes no lo valoran. Mi cariño es muy valioso y como tal lo regalo y lo cultivo. Así que el próximo día que te vea, te estrecho fuerte, fuerte, amigo.
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