Los grandes políticos recientes, del estilo, por ejemplo, de Adolfo Suárez o de Tierno Galván, se esforzaban en mostrar y transmitir un estilo sosegado, racional, constructivo, tolerante, igualitario, intentando crear un espacio político en donde cupiesen todas las personas de buena voluntad. Hace ya demasiado tiempo que el PP basa su existencia política en el fomento del odio al adversario, en el desprecio, en la crispación, en el cinismo, en la infravaloración de la ética, en el individualismo, en el crecimiento de la deseducación cívica, en el todo vale. Su triunfo, más que político, es un triunfo social: ya hay una enorme cantidad de personas que, sabiéndolo o no, son así.
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