Placer: Ana Belén y Rosa Torres

El placer de volver al teatro después de mucho tiempo. El placer de coincidir con Joan Manuel Serrat, antes de entrar, en la barra de un bar y que te salude con un ‘Buenas tardes’ natural y cálido cuando las miradas coinciden. El placer de la palabra sensible e inteligente de Paloma. El placer de la expectación en el teatro. El placer de ver por allí a escritores, escritoras, cantantes, actores, actrices, periodistas, gente no famosa, gente con ganas de gozar. El placer de escuchar, ver y sentir con Ana Belén, una grande. El placer de encontrar a otra grande, Rosa Torres-Pardo, grandísima. El placer del talento sólo vestido por unas sencillísimas ropas negras sobre fondo negro. El placer de ver cómo un talento enorme más otro talento enorme son más de dos talentos enormes. El placer de la técnica, la pulcritud, la sensibilidad y la luminosidad de Rosa Torres. El placer de la dicción, de la expresividad, de la capacidad de emocionar, del sonido de la voz de Ana Belén. El placer del diálogo entre la voz y el piano, escuchándose, acompañándose, logrando vivir delicadamente juntos. El placer de la armonía, de la belleza, de la elegancia, de la luz que emana de unas manos, de una voz, de unos sonidos. El placer de los textos hilvanantes, sugerentes, poéticos de Luis García Montero. El placer de la mano teatral, de la elaboración de la puesta en escena y puede que de algo más de José Carlos Plaza. El placer de que el tiempo se haga corto. El placer de algo superior a ti que te inunda y se te cuela por todas partes y te sobrecoge. El placer que te hace aplaudir. El placer que te pacifica. El placer de sentir placer.

Ana Belén y Rosa Torres-Pardo. Música callada. La vida rima. Textos de San Juan de la Cruz, Cernuda, Alberti, Lorca, Gil de Biedma, García Montero y José Hierro. Músicas de Stravinsky, García Abril, Beethoven, Kurt Weil, Bela Bartok, Fauré, Prokovief y Albéniz. Adaptación de los textos de Luis García Montero. Dirección de José Carlos Plaza. Más información aquí.