Tengo la impresión de que una de las características del individualismo egoísta que tanto se encuentra en nuestra sociedad es la de que está incapacitado para comprender y admitir la generosidad, la justicia o la igualdad. Parece que al generoso no le basta hoy con practicar su virtud. Además, si quiere ser comprendido o no quiere ser tomado por el pito del sereno, tiene que practicar la pedagogía e intentar explicar lo que está haciendo a gente que o no entiende o no quiere entender. Ocurre esto, creo, con los partidos de izquierda y ocurre también a veces entre los amigos y entre las familias.
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