ETIMOLOGÍA
POPULAR
Es
el cambio espontáneo que se da a una palabra relacionándola
etimológicamente con otra de distinto origen, cambio en la forma o
cambio en el significado. Por ejemplo decir esparatrapo
en lugar de esparadrapo,
porque lo relacionamos con trapo. Es un ejercicio de etimología, es
inventar etimología, falsa, pero es actuar con conciencia
etimológica. Una palabra es atraída por otra similar de significado
relacionado. En todos los manuales siempre se cita un ejemplo,
cerrojo;
viene del latín veruculum
y en español antiguo fue berrojo,
pero, como sirve para cerrar, acabó siendo cerrojo,
y ya está aceptado por la lengua común.
Decir
vagamundo
por vagabundo,
mondarina
por mandarina
(por lo bien que se monda), altobús
por autobús
(alguien que le costaba subir), perrogrullada,
topezón,
positorios,
falsante,
guardilla,
canalones,
pinómano
(porque quema los pinos), telesférico,
casiaspirina,
cortacircuito,
discursión.
Produce
risa al oírselo decir a otro, pero los estudiosos han demostrado que
el mecanismo opera aun en los hablantes de mayor cultura. Decimos en
pelotas,
seguramente porque lo relacionamos con desnudez o testículos, y lo
correcto sería en
pelota,
un arcaísmo derivado de piel, algo así como a
pelo.
O es frecuente oír destornillarse
por desternillarse,
desinfestar
por desinfectar
(porque no está clara la diferencia entre infectar e infestar),
grillarse
en lugar de guillarse.
Es famoso el caso de Meléndez Valdés, poeta español del s. XVIII.
Blondo
significa rubio, pero Meléndez Valdés en toda su obra utiliza
blondo con el significado de ondulado y suave, quizás por la
relación con onda o blando. La atracción de preveer
sobre prever
es enorme, en la tele dicen preveyendo,
preveyó,
en lugar de previendo,
previó,
por estar cerca de proveyendo,
proveyó.
Decimos por
descontado,
y lo correcto sería de
contado.
Hablar con retintín
es sustituido por rintintín.
Hay
etimologías populares que se han generalizado tanto que han acabado
formando parte de la lengua normalizada, entrando en la lengua culta.
Miniatura
deriva de minio,
significaba algo de color rojo. A partir del s. XVIII cambia de
significado por asociación con minus
o mínimo. Clavo,
el metálico, en latín está relacionado con clave y llave, porque
se cerraban las casas con artilugios muy toscos. Pero llegó desde
Oriente una especia llamada en griego karyófilo,
término que al parecer se remonta al sánscrito. Del griego pasa al
latín y la palabra evoluciona en catalán hasta clavell,
pero designando a la especia y también a la flor por la similitud en
el olor. A esto se añadió la semejanza de los estambres de la flor
de la especia con la forma del clavo metálico. Y así entró en
castellano clavel
y el nuevo clavo
especia. Rocambolesco.
San
Isidoro de Sevilla es famoso por las ingenuas etimologías populares,
en su obra "Etimologías". Por ejemplo, relaciona el latín
catus,
gato, con captar, capturar, porque captura ratones. Pero hay que
admirar los enormes conocimientos de este sabio, dado el estado
ruinoso de la cultura europea en el s. VII. A su lado no tiene ningún
mérito lo que, por ejemplo, yo pueda hacer. Tengo páginas de
Internet a troche y moche, el Diccionario de la RAE, diccionarios de
catalán, francés, italiano o inglés, el "Diccionario
Etimológico" de Joan
Coromines, el
"Diccionario etimológico indoeuropeo" de Edward
A. Roberts, y además
puedo consultar por WhatsApp a Ibon
Martín sobre el
euskera y a José Luis
Pérez Santiago sobre
gallego y portugués. Anda, me ha quedado como una cierta
bibliografía (y agradecimientos).