Lo importante en la vida es lo que
hacemos, no lo que decimos, ni lo que pensamos. Pero a la hora de
entender lo que hacemos y de darle su justo valor, cuenta sobre todo
la actitud con la que lo hacemos, lo que nos mueve a realizar aquello
que hacemos.
Por ejemplo, está bien que no maltratemos a nadie. Si
esto lo hacemos para no meternos en líos que nos puedan perjudicar,
en el fondo estamos llevando a cabo esa acción movidos por un cierto
egoísmo.
Pero si esto lo defendemos porque estamos convencidos de
que hay que respetar a todas las personas o porque un mundo sin malos
tratos es más humano, entonces nuestro acto bueno cobra un valor
superior y nosotros crecemos como personas.
La razón es que no sólo
actuamos bien, sino que lo hacemos porque entendemos que nuestro
deber es actuar así y somos fieles a nuestra conciencia de manera
desinteresada.
Buenas noches.
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