El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
No
creo que hayamos venido aquí a rumiar las desgracias de nuestro
pequeño mundo, sino a gritar bien alto a los cuatro vientos todo lo
bueno que encontremos en la vida. Buenas noches.
Solo
se puede ser feliz aquí, dentro del mundo. Intentar serlo fuera del
mundo, en el más allá, es autoadministrarse una dosis alta de
anestesia. Buenas noches.
Está
claro que el Museo del Prado es una importantísima pinacoteca que
merece el reconocimiento y el respeto de todos. Esto, sin embargo, no
siempre se constata con facilidad. Hay un número pequeño, pero
creciente, de visitantes que acuden al Museo a expresar sus amplios
conocimientos sobre alguna materia o a comunicar a sus allegados sus
últimos sucedidos, todo ello -¡hay que fastidiarse!- en voz alta.
El otro día había un señor en un pasillo que expelía su sabiduría
a tal volumen que no solo se le oía desde dentro de las salas de
exposición, sino incluso desde el interior de los aseos, cuya puerta
era gruesa y metálica, a pesar de lo cual se le entendía
perfectamente. Algunos de los magníficos vigilantes del Museo han
caído también en el mismo molesto vicio. A
pesar de lo anterior, pudimos contemplar con gusto hace unos días la
magnífica exposición “Historia
de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana”.
Se trata de dos artistas italianas de los siglos XVI-XVII que
rompieron con la visión tradicional de las mujeres como seres
incapaces de practicar las artes teniendo visibilidad social.
Sofonisba Anguissola alcanzó fama por sus retratos, llegando a ser
profesora de pintura de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe
II. Lavinia Fontana fue la primera mujer en abrir un taller propio,
en el que realizó una amplia producción que incluía desnudos
femeninos, tema vedado hasta entonces a las mujeres. Es
muy recomendable la visita a esta exposición, así como a otra muy
curiosa que muestra las “Cartillas” que servían para aprender a
dibujar entre los siglos XVII al XIX. Se puede pasar un muy agradable
rato contemplándolas. Y si hay suerte y uno encuentra un cierto
silencio, el goce será aún mayor. Buenas
noches.