viernes, 15 de septiembre de 2017

Buenas noches. Manipulación




Carné de manipulador de alimentos. Ja ja ja. Otra broma de la administración. En este país todo el mundo manipula lo que le da la gana, sean alimentos o personas, sin necesidad de ningún carné y sin ningún escrúpulo. Los inspectores -otra broma de la misma procedencia-, si es que los hay, deben de estar rellenando papeles, haciendo sudokus o esperando que sus jefes políticos les indiquen alguna misión interesada. Y, por lo demás, a muchas personas les gusta que les manipulen. 

Buenas noches.

Presentación de 'La luz del silencio', de Salvador Robles Miras



Me apetece hacerlo y lo considero un honor enorme. El próximo día 26 de octubre -falta mucho aún, pero te lo recordaré-, junto con la escritora Mariaje López, presentaremos en la librería Burma, la obra de Salvador Robles Miras, La luz del silencio. Es una novela que habla de la vida y de lo que tenemos delante, aunque no lo veamos.

Buenos días. Igualdad y diferencia




Aunque todos somos diferentes, también somos todos iguales, porque todos -y todas- tenemos los mismos derechos. En mi opinión, esta es la idea más importante para vivir como seres humanos. 

Buenos días.

Agatha Christie. El Calendario Literario de Bautista. 15/ 9/ 2017





Tal día como hoy de 1890 nació Agatha Christie


Tienes más información aquí.




jueves, 14 de septiembre de 2017

Buenas noches. Gritos



El corazón, en cuanto se le deja solo, tiende a gritar exageraciones. 

Buenas noches.


Buenos días. Ser



Somos lo que hacemos. 

Buenos días.


Mario Benedetti. El Calendario Literario de Bautista. 14/ 9/ 2017





Tal día como hoy de 1920 nació Mario Benedetti


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Los jueves, músicas nuevas. Randy Newman



A sus 73 años el genial RANDY NEWMAN ha publicado disco nuevo, en el que demuestra todo su talento. Siempre fue la cara madura del pop, sin rehuir el tema político o social, sea Putin o el pene de Trump. Es ganador de dos Oscars a la mejor canción, y veinte veces nominado; su prestigio es merecido. 


Mi mundo



Mi mundo no es de este reino. No comulgo con los criterios que se usan. No me gustaría nada complicado ni raro, pero sí que fuera razonable, vital, humano, cariñoso y que permitiera a cada uno ser como es. No estoy preparado para un mundo de cabezotas que quieren no sé qué cosas ya, en este momento y se moleste quien se moleste. La peste molesta va llegando a todas partes. Observas a la gente y todos están mirando hacia sus cosas, hacia sus pequeñas y podridas cosas. Tienes que desnudarte el alma para sobrevivir y el cuerpo, para sentirte vivo. Cuando las cosas se pudren, los gusanos no tardan nada en aparecer. Ojalá alguien tenga la lucidez y la fuerza para coger el timón y dar un bandazo enorme a este barco infame. Buenas noches. Besos y abrazos, si es que queda alguien ahí.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

La piel, en el Teatro Pradillo de Madrid



Estás, pero estás vivo. Estás, pero estás viva. ¿Qué le añade la vida al simple estar? Pues el poder cambiar, el querer darle sentido a la existencia, el tener conciencia de lo que ocurre y la capacidad de relacionarnos con el mundo en el que estamos. Y ¿cómo se establece esta relación con el mundo? A esta pregunta, a lo largo de la historia, se le han dado respuestas para todos los gustos. Unos han entendido que el vehículo privilegiado para establecer esta conexión era el pensamiento, que lo importante era obtener una idea acertada de lo que hay. Otros, más cercanos a la tierra, han considerado los sentidos, especialmente la vista y el oído, como los medios adecuados para conocer la realidad. Pocos han defendido la piel como un recurso indispensable para entrar en contacto con el mundo. Más bien la han desechado e, incluso, como es el caso de las religiones, la han condenado abiertamente. Aún en esta evolucionada civilización occidental en la que estamos, mostrar nuestra piel está generalmente mal visto y surgen campañas, llenas de recato y de pudibundez, tendentes a combatir la desnudez y a rechazar la comunicación a través de la parte más exterior de nuestro cuerpo.

Y, sin embargo, somos piel. Somos nuestra piel, porque somos nuestro cuerpo. Si la piel no nos acompaña en nuestra relación con los otros, no somos del todo nosotros quienes nos relacionamos. Vivir es pensar y, también, hacer, y, también, hablar, pero también es tocar, tocarnos, abrazarnos, agarrarnos, acariciarnos, sentirnos. La naturalidad y la espontaneidad han sido expulsadas de estas formas de expresión y con ellas se ha ido una parte importante de nuestro ser, pero, pese a todo, la vida entra y sale de nosotros a través de la piel.

También amar es estar en contacto. “Amar es cambiar de piel” se dice en “La piel”, la sugerente obra de teatro que durante los viernes, sábados y domingos, hasta el 24 de septiembre, se representa, a las 21 h, en el Teatro Pradillo, de Madrid. Porque amar es dar o, mejor, es darse. Es, en cierto modo, morirse, matarse a sí mismo para que surja un nuevo yo, una nueva piel, capaz de generar el fruto del amor deseado. Cambiar de piel es matar al yo egoísta para que resucite un yo amoroso, es olvidarse del propio yo, de la propia piel, para que nazca el nosotros o los nosotros.

La piel está en el centro de nuestras vidas. La piel cubre nuestro interior, pero, a la vez, lo revela, a veces con demasiada claridad, al igual que lo hace con nuestras circunstancias, con nuestras carencias, con nuestras aceptaciones y con nuestros rechazos. La piel nos separa del exterior, pero también es nuestra gran carta de presentación en él. La piel es nuestra verdadera imagen. La piel, nuestra piel desnuda, nos iguala a todos en la misma medida en que los vestidos nos separan.


De la piel, del amor, de nuestra manera de comunicarnos, de lo que tocamos, de lo que comemos, de lo que significan la vida y la muerte habla esta obra tan llena de humor, de ideas sugerentes y de humanidad. Se trata de un monólogo muy bien redactado, teatralizado y dirigido por Valeria Alonso e ideado e interpretado por Teresa Rivera, su inspiradora, que vive su personaje con convicción y que muestra su gran capacidad como actriz, como bailarina y como comunicadora. El público ríe y participa, amablemente y sin sentirse en ningún momento forzado, en el desarrollo de la obra, que se hace corta y que te permite salir pensando en la vida y en la piel, en la propia y en la de los demás.