Tener buenos sentimientos y expresarlos
es bueno, sano y muy humano. Pero creo que no podemos quedarnos sólo
en los sentimientos. Eso es lo que quiere el poder que oprime.
Además, tenemos que pensar. Esto es lo que no quiere el poder que
oprime. Y para pensar, lo primero que hay que hacer es cuidar,
cultivar nuestra sensibilidad. Sin sensibilidad, sin que notemos lo
que pasa a nuestro alrededor, lo que hay y lo que nos pasa, ni
podemos pensar ni podemos hacer otra cosa más que tragar con lo que
quiera el poder que oprime.
Para cuidar nuestra sensibilidad creo
que hay que empezar teniendo mucho cuidado con las grandes palabras.
Son muy tramposas. Por ejemplo, hay quien habla de libertad, de la
importancia de la libertad y de la necesidad de la libertad. Luego,
vas por la calle, y en nombre de la libertad, el primer zopenco que
aparece te pone los pies en el asiento del bus, te molesta de
múltiples manera, te hace una pintada debajo de tu ventana, lanza un
eructo o se mea en una maceta. ¿Para qué sirve esa libertad? Para
dormirnos, para llenarnos el cerebro de arena, para cegar nuestros
ojos. Si queremos analizar lo que ocurre, tenemos que ir a lo
concreto. No a la libertad, sí a las libertades. Eso ya le
duele al poder opresor. Si miramos cómo está, no 'la' libertad,
sino la libertad de expresión, la libertad de hacer con tu cuerpo lo
que quieras, la libertad real de elección de una educación para los
hijos, la libertad de las mujeres, la libertad cultural, la libertad
artística, etc., entonces nos vamos haciendo sensibles a lo que
ocurre y vamos tomando conciencia de lo que en realidad -y no sólo
en palabras- ocurre.
Descansa bien esta noche, porque mañana
deberíamos ponernos a sensibilizarnos, una libertad que no nos
pueden quitar -espero- es la de crear nubes de cariño que nos
reconforten y nos saquen de dentro una sonrisa de paz. Buenas noches.