viernes, 5 de marzo de 2010

El tercer hombre


Si te vas a la guerra con las gafas de cerca, es posible que confundas al adversario con el amigo que crees que se ha equivocado. Intentarás, entonces, acabar con él, porque a la guerra se va a acabar con el otro.

Pero si te vas con las gafas de lejos, además de ver al amigo equivocado, tendrás en cuenta también las consecuencias de su derrota y entonces es posible que comprendas que tu victoria a quien realmente beneficia es al tercero, al verdadero adversario, a tu adversario y al que lo es también de aquél a quien has derrotado. Quizás te des cuenta de que es a él a quien le has hecho el juego y con el que has colaborado en la lucha, aunque no te hayas dado cuenta. Hay veces que por no mancharse uno los zapatos de agua, camina por el fango que hay alrededor del charco y terminas ensuciándote más.

jueves, 4 de marzo de 2010

La lideresa


Con el disfraz puesto soy modosita. Parezco educada. Ejerzo de lideresa. Tengo una imagen cuidada. Soy capaz de resultar atractiva, pero sin afectar a la dimensión sexual de los hombres, sino a sus deseos de poder, en donde sé que ven en mí una aliada. A los que no quieren poder, sino seguridad, les explico bien lo que quieren saber, sin que se den cuenta, ni por asomo, de que no es eso lo que necesitarían saber. Soy la eterna servidora de todos.

Pero sin el disfraz soy otra. Diría que soy yo, sin necesidad de depender de la opinión de esa chusma deseosa de poder, de dinero o de nada. Me pillan a veces diciendo tacos, pero ¿qué sabrán ellos de lo que quema y agota ejercer el poder? Se asustan cuando llamo hijoputa al que es un verdadero hijoputa. ¿Saben ellos lo que es aguantar un día y otro a esta peste de aspirantes sin clase, sólo con verborrea, y capaces de dialogar hasta con el enemigo? Se escandalizan cuando veo una de esas estatuas modernas que se empeñan en poner en las rotondas y digo que es una puta mierda. No se dan cuenta de lo malo y lo estúpido que es lo moderno. No saben nada de nada.

Y lo peor de todo es no poder quitarme el disfraz, los disfraces de cada día. Necesito que siga siendo carnaval para poder disfrazarme de mí misma y poder seguir llamando hijoputa al que me pete y seguir diciendo que el arte moderno es una puta mierda y volver a poner cuando me dé la gana en situaciones difíciles a los alcaldes deseosos de que los siga poniendo en las listas. No quiero más disfraces. Viva el carnaval.

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Metáfora


En el fondo, tu destino, como el de todos, es convertirte en una metáfora de algo. Pero no serás una metáfora de lo que tú quieras ser, sino de lo que quiera la gente, de lo que la gente vea en ti. Porque tú no eres el dueño de tu imagen.

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domingo, 28 de febrero de 2010

Flores




Me disfrazo en Carnaval de lo que sea, de lo que diga Mercedes, que es la que diseña la jugada. Salgo a la calle con los ojos expectantes a gozar del espectáculo de la espontaneidad, de la creatividad, de la originalidad.

La gente en Carnaval es ella misma. Va disfrazada de personajes imposibles y ha dejado en casa los disfraces habituales, los de todos los días, y con ellos las costumbres secas, manidas, alejadas de la vida. Van disfrazados de otra cosa, pero, en realidad, van desnudos. Van tal como son. Son como son en Carnaval y tapan sus cuerpos con disfraces para crear el espectáculo, pero el alma la llevan desnuda.

Yo, que tiendo a ser tímido y callado, me suelto en Carnaval y hablo con los desconocidos. Les digo algo sugerente y contestan con gracia. Les regalo flores hechas con papel y les miro a los ojos y disfruto con la expresión de sorpresa y de placer de alguien a quien un desconocido le regala algo. A veces nos besamos, a veces sonreímos, a veces nos deseamos lo mejor. Siempre nos comportamos con una humanidad emocionante.

Pero este año me han rechazado dos flores dos personas a las que se las estaba regalando. No me había pasado nunca. Espero que fuera la lluvia y que algo no se esté poniendo peor de lo que está.

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viernes, 26 de febrero de 2010

El culpable siempre es el otro


En los medios de comunicación he aprendido a luchar por la causa y a destrozar al adversario. Nunca he ganado nada y no tengo fervorosos defensores que apoyen mi candidatura ni mi estancia en donde estoy. Más bien, me da la impresión de que estoy rodeado de zorros y de zorras que saltarán sobre mis restos en cuanto que vean que doy un resbalón de cierta importancia.

He cometido muchos fallos, pero lo que hago con ellos es endosárselos al adversario, al jefe de los adversarios. Cada día. Todos los días. A veces he mentido, pero he aprendido a decir que el mentiroso es él. Sé que la crisis que nos azota ha sido generada por los neoliberales sin freno ni medida, pero le digo con toda naturalidad que el causante de la crisis ha sido él. No tengo la menor idea de cómo salir de esta difícil situación en la que estamos, que no sólo afecta a nuestro país, sino que es global, pero cada vez que se tercia le suelto que quien no tiene ni idea ni plan ni nada es él.

Sé que es una maniobra burda. Ni me planteo si es moral o no. Qué más da. En política ya se sabe que lo que cuenta es la eficacia, aunque ellos digan que esto no es así. Pero cuando veo que la gente no se entera de nada y que se cree lo que digo, me entran ganas de seguir. Hace falta más televisión, más fútbol y más Facebook para que la gente siga sin pensar, que es como a mí me gusta que esté. Y cuando pasan del más al menos, la toman con el primero que le dicen que tiene la culpa de su situación. Así que allá vamos, a seguir dándole patadas en los tobillos al tipo ese que nos echó de nuestro lugar natural. Seguiremos cada día, todos los días, echándole encima nuestras mierdas como si fueran suyas, hasta que un día se caiga o no aguante el hedor. Vaya trabajos que le pone a uno la vida por delante. Con lo que disfruto yo fumándome un puro y sin tener nada que hacer.

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jueves, 25 de febrero de 2010

El moscardón


Cada vez que tuvieron un cara a cara, lo perdió. Cada vez que se enfrentaron en las urnas, salió derrotado. Cada vez que tuvo que dejar clara su dimensión de hombre de Estado, desaprovechó la oportunidad. Y a pesar de todo, se empeñaba en descalificar al otro y en invitarlo a que dejase su puesto para que lo ocupase él. ¿Qué idea de la democracia tendría en su cabeza? ¿Qué patologías enturbiarían su mente para que no fuera consciente de su absurdo ni de su indignidad?

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