Por ejemplo, si quieres hacer obras en tu casa y cambiar la cocina, los baños, el color de las paredes y el sofá, vete a un buen diseñador para que te haga un proyecto que merezca la pena. No hay nada más rentable que acudir a un especialista para no equivocarse.
Si necesitas un buen traje, acude a un sastre de garantía, no a un cualquiera, porque corres el riesgo de que, a la hora de lucirlo, te haga arrugas, te quede corto el pantalón o la sisa esté mal cosida y no te deje mover bien los brazos. Lo bueno sale siempre barato.
Si tienes alguna enfermedad o te duele algo, procura ir a un buen médico, con sabiduría y con experiencia, que te haga un buen diagnóstico y que te permita vivir bien y sin problemas.
Pero si quieres tener sexo y no sabes qué medidas debes tomar para no contraer enfermedades o que no surjan embarazos no deseados, ni se te ocurra ir a un sexólogo, ni a un científico ni a nadie que tenga sabiduría y experiencia en la cuestión. Te recomiendo que te busques un buen obispo, que hable claro y que diga lo que piensa. Yo no tengo ninguna comisión en esto, pero déjame que te diga que el de Granada parece que está enterado. Mira lo que dice:
El dato -perfectamente constado- demuestra que el uso masivo de los
preservativos no ha retenido el sida en África, sino que lo ha propagado. (…) Y
se silencia el número de suicidios que se producen entre las mujeres que han
abortado. (…) Y se silencia que en Andalucía la primera causa de muertes entre
los adolescentes y jóvenes no son los accidentes de tráfico, sino el suicidio.
No olvides que los obispos y todos los que les rodean tienen una amplia y ancestral experiencia en la promoción y venta de los métodos y productos más eficaces. Así, con la misma convicción con la que prohíben y denuestan hoy los preservativos, defienden y emiten indulgencias, bulas, misas de difuntos, velas a los santos y plegarias, asuntos todos ellos que garantizan todo lo que prometen.