Imagínate con claridad esa idea que tanto
te preocupa, la que te viene a la mente con frecuencia y te altera y
no te deja vivir. Imagínatela bien. Ponla en el suelo. Hazlo como
puedas, pero ponla en el suelo delante de ti. Ahora respira hondo.
Llena tus pulmones de abajo a arriba un par de veces sin perder de
vista la idea que has puesto en el suelo. Y, con todas las ganas del
mundo, písala con el tacón de tu zapato. Písala bien. Machácala.
Estropéala. Destrúyela. Ahora mira al cielo. Sonríe y sal a vivir.
Buen día.
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