La crisis, los recortes, las inhumanas
decisiones de este Gobierno, el neoliberalismo cruel y las anestesias
sociales nos están haciendo dramáticamente individualistas. El
Estado, que tenía la sagrada misión de cuidar de los ciudadanos,
comete sacrilegios todos los días en manos de esta caterva de ricos
y de sus corresponsales en los poderes. Nos van dejando solos poco a
poco. Si yo busco trabajo, tú eres un potencial enemigo, porque
prefiero que me lo den a mí y no a ti. Poco a poco nos vamos
importando un pimiento los unos a los otros. Si hay que engañar, se engaña
y si hay que venderse, se vende uno, aunque sea por muy poco dinero.
La justicia, esa virtud que Platón decía que era la más importante
en la sociedad y que iba surgiendo a medida que todo iba
evolucionando armónicamente, hace ya un tiempo que se quedó en la
cuneta. La felicidad la han dejado para que cada cual se la busque
como pueda. Y si no la encuentras, nadie te va a echar una mano. El
amor se ha confundido con el sexo. Si alguien te viene hablando de
amor, pensamos que algo querrá porque si no, de qué me va a querer
este o esta a mí. No damos. Tampoco dejamos que nos den. Sólo se llenan
los estadios. Lo habitual es la soledad. Galopa la pobreza. Se
extiende el sufrimiento. Nos machaca la estupidez. Los cerebros se
debilitan. Los corazones se paran.
Y sin embargo...
Buenas noches.
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