La sociedad evoluciona a una velocidad vertiginosa. Por ejemplo, el fuego tardó 400.000 años en socializarse, en hacerse normal en la sociedad. Sin embargo, el teléfono móvil lo hizo en sólo 14. Es por eso que, ante tanta rapidez, me llaman tanto la atención dos fenómenos. Uno, el de los que se ganan la vida parados como estatuas vivientes en las calles de las ciudades. Otro, el de las mentes de los inmovilistas y de los conservadores que aún defienden que nada debe cambiar. Claro, a ellos les va bien así y les gustaría que hubiera un frenazo universal, una parada cósmica. Pero los que no tienen nada que conservar ¿qué hacen a su lado?
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