Traigo aquí la portada de la revista Time de hace unos días en la que se puede ver, aunque no pueda hacerse sin sufrir, a una chica afgana que quiso huir de la familia de su marido y a la que los talibán, como castigo, le cortaron la nariz y las orejas.
Lo traigo porque es un claro ejemplo de lo que es la violencia de género. Si vas, amable lector/a, por el mundo buscando a un hombre al que las mujeres le hayan cortado la nariz y las orejas por querer huir de la familia de su esposa o porque hayan sospechado que le ha sido infiel, no es probable que lo encuentres. En cambio, los casos de mujeres que, por el simple hecho de ser mujeres, han sufrido humillaciones, mutilaciones y falta de libertad y que se ven condenadas a vivir como seres no humanos son innumerables. Esto es lo que se entiende por violencia de género. No cualquier violencia entre hombres y mujeres, sino aquella que ejercen los hombres contra las mujeres en nombre de una supuesta superioridad de ellos sobre ellas. En la sociedad hay violencia de algunas mujeres contra algunos hombres, pero no se trata de mujeres que se crean supriores a los hombres y que ejerzan como consecuencia de esto la violencia contra ellos. Si hay alguna que piense así, se tratará de algún caso aislado. El verdadero problema social está en que hay una ideología machista muy extendida, que en algunas zonas o países es brutal, que defiende que las mujeres no pueden tener los mismos derechos que los hombres, simplemente porque son inferiores, y por consiguiente tienen que obedecer las leyes y la forma de vida creada por los hombres de acuerdo con sus intereses. Esto, en sí mismo, ya es una forma de violencia de género, pero se hace brutal cuando la mujer se rebela intentando defenderse, porque entonces el machista carga contra ella, pudiendo llegar hasta la muerte.
La violencia de género es la consecuencia del machismo. No tiene sentido hablar de violencia de género de las mujeres contra los hombres, simplemente porque no existe. Por eso hay que tener muy presente en las grandes y en las pequeñas facetas de la vida el principio de igualdad: todos somos diferentes, pero iguales. Y conviene descubrir los atisbos de la ideología machista en cuanto aparecen, para crear una sociedad humanamente sana.