LAS TERMINACIONES DEL LATÍN EN EL
CASTELLANO.
El latín tenía cinco declinaciones,
en A, en E, en I (y en consonante, compartiendo rasgos), en O y en U. Los nombres en cada declinación
se comportaban de modo diferente, formaban cinco grupos con sus propias reglas. Algo parecido a
los verbos españoles en AR, ER, IR, de los que cada grupo tiene su propio funcionamiento.
Al evolucionar al castellano, la nueva
lengua elige unas tendencias propias, las peculiares del castellano. Los nombres
prácticamente solo conservan las terminaciones en A, en O y en consonante.
A: De las 80000 o 90000 palabras
del Diccionario, las palabras de nuestra lengua (que no quiere decir que cada uno de nosotros conozca
y utilice todas), bastantes miles, muchos miles, son nombres acabados en A y en O. Palabras
nuevas o que se han conservado, rosa (de rosa-rósae;
le pongo acento, que en latín no lleva,
para señalar la pronunciación correcta, no la horrible que se
suele oír, rosa-rosáe), casa, mesa,
silla...
O: dueño (por aquello de
dominus-domini), templo, cielo, suelo, techo... Algunos
de estos nombres acababan en -us,
terminación que ha evolucionado a -o. Es curioso que la
palabra deus, dios, por su prestigio, haya conservado la s.
Consonante: pared, habitación,
león, cónsul (por los ejemplos que teníamos que estudiar, leo-leonis, consul-consulis),
reloj, mujer, canción, camión...
E: No había en latín muchas.
De las que había, alguna se ha conservado, como especie o fe,
pero en general se han ido a refugiar en la
corriente general de la A, por ejemplo, dies se ha
convertido en día. Y hay muchos nombres que no
pertenecían a la declinación en E, sino a los temas en consonante, que han acabado en esta
terminación: hombre, noche o muerte.
Pero los adjetivos, aparte de los miles
que funcionan en la corriente general A-O (alto-a, listo-a, guapo-a) con diferencia de género,
niño alto, niña alta, otros miles han elegido la terminación en E (triste, alegre, fuerte, verde,
dulce), sin diferencia de género, niño alegre, niña alegre. Los terminados en consonante, compartiendo
rasgos con los terminados en E, se han conservado bastante bien: niño ágil, niña ágil,
frágil, veloz, fácil. Todo muy parecido al latín, los adjetivos
han heredado el sistema latino en bastante buen estado
de conservación.
I: El castellano, por vía
popular, no ha conservado la terminación en I. Los hay, pero han
entrado por vía culta, o provenientes de otras
lenguas: bikini, aizkolari, carmesí.
U: Algo parecido ocurre con los
temas en U, aunque se han conservado ejemplos significativos: espíritu o ímpetu. Y también hay
palabras de otras lenguas: sudoku, aurresku.
Todo esto, como he dicho, hablando de
nombres, o sus parientes los adjetivos. De otras clases de palabras, verbos, pronombres..., la
historia es otra.