No te tienes que dedicar a ti para ser
feliz, sino a la otra persona.
Se es feliz queriendo, no tanto
sintiéndose querido.
Querer es ocuparse de la otra persona,
ayudar a vivir a la otra persona, amar a la otra persona.
El amor no es un negocio. No se trata
de dar para que nos den a cambio, sino de dar a fondo perdido lo que
la otra persona necesita que le den. Y lo que esto sea hay que
saberlo ver con mucha cabeza, con mucho diálogo, con mucha
honestidad.
El amor crece en la medida en que es correspondido.
Se ama a la otra persona con el amor
con el que la otra persona necesita que la quieran, no con el amor
con el que uno quiere quererla.
En ocasiones, el amor con el que una
persona necesita ser querida es imposible de satisfacer. Un asesino
no puede necesitar que le ayuden a asesinar.
En el amor el centro no es uno mismo,
sino la persona amada.
En el amor intervienen los cuerpos, pero fundamentalmente es cosa de las mentes.
El amor es lo contrario del egoísmo.