Quizás debamos estar más cerca de los
hijos que de los padres, de los jóvenes que de los viejos, pero
escuchándolos a todos. Buenos días.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
lunes, 20 de enero de 2014
domingo, 19 de enero de 2014
Buenas noches. Escuchar
A mí no me gusta demasiado hablar. No
digo que no lo haga, sino que no disfruto mucho hablando. Cuando hay
que hablar, se habla, pero prefiero escuchar. Gozo y aprendo más
escuchando que hablando. Me gusta también escuchar la Naturaleza.
Intento poner la mente receptiva, no pensar en mis cosas y procurar
recibir las sensaciones que te encuentras en la vida. Los colores que
vas viendo, las formas que vas observando, la belleza con la que te
encuentras, las miradas, las sonrisas, todo lo agradable que la vida
te ofrece, que es mucho. También recibo sensaciones desagradables,
muy desagradables, que está la realidad llena de ellas, pero
entonces procuro no hacerles demasiado caso. Después de un buen
paseo escuchando la vida, vuelves con una cierta paz. Y, sin que me
lo explique muy bien, con más cosas que contar, pero no de lo que he
visto, sino de lo que a mí se me ocurre. Buenas noches.
Buenos días. Tú
Tú eres tú, pero no eres sólo tú.
Tú eres tú entre muchos, entre todos. Lo que tú haces influye en
muchos. Y lo que hacen muchos influye en ti. Siempre hay efectos
colaterales no queridos, pero tendríamos que procurar que lo que
hacemos fuera positivo para los muchos con los que vivimos. Buenos
días.
sábado, 18 de enero de 2014
Buenas noches. Sus manos
Cómo me gustaban sus manos. No eran
muy grandes, pero sus dedos eran elegantes, finos, como de porcelana.
Si deslizaba mi mano por las suyas, notaba una suavidad que la acusaba
con todo el cuerpo, como cuando hueles un perfume de esos que logran
que te olvides de que existes. Siempre llevaba las uñas muy
cuidadas, bien cortadas, muy limpias y con una ligera capa de brillo.
Le gustaba llevar un solo anillo, pero grande, enorme, como si
pretendiese que nadie se fijara en la mano y que pusiera toda su
atención en el anillo. Eran unas manos delicadas, preciosas. Y,
además, eran sus manos.
Han pasado algunos años. Las manos, al
igual que los tobillos, son testigos muy elocuentes del paso del
tiempo. Ahora las manos siguen siendo preciosas y delicadas, pero las
notas de porcelana ya no son tan evidentes. Ahora, más bien, son
unas manos vivas. Han aprendido a querer. Deslizar mi mano por las
suyas me sigue pareciendo un lujo, pero entrelazar nuestros dedos o
tomar su mano para pasear me produce una cercanía y una ternura
imposibles de sentir sin ella. Tomar su mano o que ella tome la mía
supone una comunicación tan profunda como un abrazo eterno. He
aprendido a oír la piel, la parte del cuerpo que habla con más
fuerza, y a leer las manos, esos tentáculos de la mente que saben
decir mejor que ninguna otra parte del cuerpo lo que se siente con
otra persona. Buenas noches.
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