miércoles, 16 de noviembre de 2011

Se comPPrarán un bolso de Vuitton

Es lo que van a hacer estas madres limpias y puras con tu voto. Anda, no las desfraudes. Escucha con la ternura que lo dicen.

martes, 15 de noviembre de 2011

Gente reducida



Le redujeron el alimento a la mierda de las hamburguesas y los gusanitos.

Le redujeron la música a la mierda de ruido que escupía un teléfono móvil del que no se separaba nunca.

Le redujeron el lenguaje a una mierda de palabras imprescindibles para decir alguna cosa de una situación gruesa.

Le redujeron la audición a la mierda de gritos que le permitían oir los auriculares.

Le redujeron la atención a la mierda que salía en la televisión moviéndose a mucha velocidad y a los sonidos repetitivos y cansinos que oía a un altísimo volumen.

Le redujeron el futuro una mierda de presente vacío.

Le redujeron el cariño a una mierda de gestos extravagantes.

Le redujeron la vida a la mierda de estar sin ser.

Le redujeron la alegría a una mierda de insensibilidad.

Le redujeron todo a la mínima expresión. Cuando alguien vino a pedirle esfuerzo, preocupación, trabajo, ética o solidaridad, estaba tan reducido que ya no era más que un ser obediente a sus gruesos intereses.

lunes, 14 de noviembre de 2011

No renuncies




No renuncies nunca a la posibilidad de que la vida te sorprenda, te muestre de repente lo inesperado, te devuelva un momento de sonrisa, de belleza o de aire fresco. Que te haga ver que la vida es mucho más que tu vida.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Sí, sí, sí.




Jack, cuando habla, sólo tolera un "sí, sí, sí" o un "claro, claro, claro" en el interlocutor. En cuanto oye un "bueno, hombre, es que a lo mejor...", se le disparan las alarmas y te rocía con napalm palabrero machacante y te obliga a volver al "sí, sí, sí" o al "claro, claro, claro". Si no puedes irte, lo mejor es el frecuente cambio de tema de conversación.

jueves, 10 de noviembre de 2011

El yo inflado




Jack cree saberlo todo. El alcance de su sabiduría cree que es infinito y su seguridad al expresarlo, absoluta, pero jamás se ha atrevido a poner en práctica su inconmensurable saber. Las pequeñas cosas a las que se ha dedicado han sido, en general, un lamentable desastre, aunque él las cuente como si fueran inigualables proyectos y espectaculares logros.

Insulto a la inteligencia: Calvicie y poder

El 30 de enero pasado publiqué esto. Como sigue siendo una buena muestra de la estupidez nacional, lo vuelvo a publicar ahora. Qué barbaridad. Cómo está el país.



Hijos e hijas, amigos y amigas, alumnos y alumnas, personas todas a las que quiero. Me apresuro a decíroslo: os quieren entontecer. Os quieren subnormalizar. No quieren que seáis humanos, ni divinos, sino tontos reconvertidos. Así seréis más manejables. Hay un grupo de estúpidos que pretenden que no penséis como humanos, que os fijéis en tonterías, en pamplinas, en gilipolleces llamativas. O sea, que quieren que seáis tan idiotas que os dejéis llevar por los criterios que os ponen ellos delante. Así, el día de autos os dirán a quién tenéis que votar y, una vez conseguido el negocio, se olvidarán de vosotros. Y si no os lo creéis, fíjáos en la portada de esta especie de revista que trae hoy una especie de diario nacional. No racionalicéis nada, no os paréis a pensar en lo que hacen unos ni en lo que hacen otros, ni en lo que han hecho, ni en lo que piensan hacer. El criterio está tan claro que ellos lo ponen en portada:

CALVICIE Y PODER
España se resiste a elegir como presidente a un político con poco pelo

Subnormal te quieren, amigo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Todo vale, hasta la desvergüenza



No sé cómo explicarme algunas cosas que están ocurriendo. En Twitter, por ejemplo, un tipo ha salido defendiendo que Rajoy no saque a la luz su programa porque “todos sabemos que va a llevar a cabo medidas impopulares que todavía no puede decir, pero el fin justifica los medios”. Y se queda tan ancho después de admitir la jugada antidemocrática y de cerrarla con el impagable “el fin justifica los medios”. La ética está por los suelos y no sé cuánto tardaremos en darmnos cuenta de que juno de los orígenes de la situación actual está ahí.

Casi a la vez, una señora del PP, Francisca Pol, candidata suplente a las listas del Senado por Mallorca, ha tenido la estúpida ocurrencia de trucar una foto en la que aparecía la ministra Chacón con varios militares, haciéndola aparecer con la camisa abierta y dejando a la vista uno de sus pechos. Que a un ser adulto, dedicado a la política y candidato en unas elecciones, se le ocurra esto es para echarse a temblar. ¿Crees, lector, que, después de todo, le ha pedido disculpas a la ministra? Pues no. Al dimitir ha manifestado que no ha querido ofender “ni a la sociedad ni al partido socialista”. ¿Cómo es posible un comportamiento tan zafio, tan maleducado, tan grosero en un personaje público? ¿Cómo no ha crecido Rajoy cesando fulminantemente a un personaje tan poco presentable como este?

El mismo día, el alcalde de Madrid, del PP, tiene que prescindir de Fernando Autrán, coordinador del área de transportes del Ayuntamiento madrileño porque, se supone que como pasatiempo o porque no tenía nada mejor que hacer, se dedicó en Twitter a comentar el culo de alguna ministra y a hacer comentarios soeces y misóginos sobre todo lo que se le ocurría.

Aterra ver la naturalidad, la frecuencia y el poco correctivo que se le aplica a estos comportamientos públicos, sobe todo, teniendo en cuenta que pueden convertirse en modelos de comportamiento para las personas menos formadas, que copian y reproducen lo que ven, sin pararse a criticarlo porque su escasa educación les impide, precisamente, tener ningún criterio.

Es parece ser el objetivo: crear ciudadanos burdos, brutos, sin educación y sin ética, a los que no se les ocurrirá ni por asomo ser de izquierdas mientras permanezcan en su estado de escaso desarrollo humano. Es la ideología que enlaza con el neoliberalismo salvaje que nos traen, que, en nombre de su peculiar sentido de la libertad, permite hacer todo lo que a cada uno le dé la gana. Este es el país que se va haciendo ante nuestros ojos sin que se nos ocurra rechistar.