La necesidad de aprobación social ha sido definida por Paulhus (2002) como una derivación de la deseabilidad social, tendencia psicológica que hace que el individuo tienda a ofrecer una imagen positiva de sí mismo con la finalidad de buscar agradar a una comunidad determinada. Es esa misma deseabilidad social la que impulsa a jóvenes a la realización de ciertas conductas que pueden llegar a ser potencialmente dañinas cuando son llevadas a cabo con la intención de formar parte de un colectivo. Cuando se pone en riesgo la posibilidad de ser aceptado o rechazado por un grupo, la inmediatez del riesgo y la reflexión sobre la implicación personal ante la ruptura de normas o leyes establecidas, se torna borrosa y la presión del grupo se vuelve mucho más fuerte que la propia interiorización de la experiencia personal y la moralidad...
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