Tal día como hoy de 1963 nació Alicia Miyares.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Era un señor alto y delgado. Vestía como quien ha tenido dinero, pero solo dinero, ni cultura ni demasiada educación. Pronto se advertía que hablaba y vivía como si el mundo fuese suyo y pudiese hacer de él un uso privado. Por supuesto que la calle también era suya, así que había aparcado el coche en donde le había dado la gana y le habían puesto una multa. Cuando entré en la carnicería, él ya estaba pagando, y se estaba desahogando no contra el agente que le había multado, sino contra el alcalde, al que estaba poniendo de vuelta y media. Como no sabía qué hacer con la multa y la carnicería también la consideraba suya, estaba ocupando el tiempo de la carnicera y de quienes esperábamos, para preguntarle qué tenía que hacer con el papelito que se había encontrado en el coche. Lo hacía con un lenguaje machista, antiguo y, a mi juicio, poco respetuoso con la carnicera. Como no lograba enterarse de lo que esta le decía que hiciera, insistía en preguntarle, de esa manera dulzona y cosificadora que usan a veces los machistas, y sin importarle la espera que estaba provocando con sus asuntos privados, que era lo único que, al parecer, le importaba. Alguien protestó y el señor, tras acordarse de nuevo del alcalde, salió refunfuñando, a ver si lograba que le quitaran la multa.
Después pasé por una de las plazas de la ciudad. Tenía un largo sistema de desagües, formado por una hilera de pesadas rejillas rectangulares que cubrían en el suelo el canalón. Me fijé en que una de ellas estaba levantada y que alguien al pasar por allí podía tropezar con ella y caerse. Intenté ponerla en su lugar con el pie, pero era muy difícil hacerlo, tanto como me parecía que debía de haber sido sacarla de allí. Como no lo logré, un señor mayor, que estaba presenciando la actuación, quiso ayudar haciendo palanca con su bastón. El pobre hombre lo único que consiguió fue empujarla hasta caer debajo de la rejilla siguiente. Como la situación ahora estaba más peligrosa, vi con claridad que si quería evitar un accidente, tenía que cogerla con las manos, lo cual me daba un poco de reparo. Busqué en el bolsillo alguna factura y encontré una larga. Con ella agarré la rejilla y la puse en su sitio lo mejor que pude. Me dirigí a un lateral de la plaza para depositar la factura en una papelera y entonces ocurrió algo que me emocionó y que me dio ánimo vital para todo el día. Una señora mayor, que había presenciado la maniobra, abriendo sus brazos horizontalmente, me dijo:
-Muchas gracias en nombre de todos, de todos, porque cualquiera podía haber tropezado y haberse caído. Muchas gracias.
Aquello me emocionó, pero no porque me diera las gracias en público, sino porque hablaba en nombre de todos. La señora se consideraba miembro de su ciudad -de su polis, pensé yo-, y hablaba y actuaba como una ciudadana a quien le importaban sus conciudadanos y su ciudad. A mí me dejó sorprendido y conmovido, y solo acerté a decirle que alguien lo habría dejado mal puesto, a quitarle importancia al episodio y a darle las gracias a la señora por habérmelas dado a mí. Si yo no fuera en el fondo tan tímido, me hubiese parado a hablar con la señora, porque seguramente tendría mucho que aprender de ella, pero me limité a sonreírle con amabilidad y a marcharme.
En realidad, estos dos episodios ocurrieron el mismo día, uno tras otro, pero temporalmente al revés: primero el de la señora ciudadana y después el del señor multado. Yo tuve que hacer un cierto esfuerzo por olvidar este último y por recordar el de la señora, que me parecía un ejemplo de ciudadanía, de educación, de cultura y de convivencia humana. Por eso los pongo aquí en este orden, para que el lector, si le parece, se quede con el buen sabor de la acción ejemplar de un ser humano con quien se puede vivir en una ciudad.
Las personas no “sirven” para nada porque no son cosas que se usen.
Los libros sí se usan y sí sirven.
En tu opinión, ¿Para qué sirve un libro?
Íbamos dos personas cruzando por un paso de cebra cuando silenciosamente un individuo montado en un patinete nos adelantó a mucha velocidad y giró a escasa distancia por delante de nosotros. No nos rebanó los dedos de los pies de milagro. El susto me hizo reaccionar. Le grité:
-Pero ¿no sabes que no puedes cruzar por aquí montado en ese vehículo?
-¿Cómo quieres, entonces, que pase?
-Pues te bajas y cruzas como un peatón.
El individuo tenía pocos años, unos quince. Lucía mucho pelo, rizado hacia arriba, igual que muchos. Vestía un pantalón de chándal y una sudadera, como muchos.
-¡Anda ya! Me vas a rayar ahora… -me contesto, y se fue.
Pensé en quién habrá (mal)educado a este chaval, quiénes lo habrán traído al mundo para mantenerlo tan embrutecido y quién le exigirá a este viejo de pocos años que sepa el Código de la Circulación. Si nos llega a atropellar ¿tendrá algún seguro que cubra los gastos? Me parece que nadie se lo exige. ¿Qué valores tendrán estos individuos, qué actitudes valiosas practicarán? ¿Para qué servirán? Además de sus apetitos y sus deseos, ¿tendrán en cuenta algo más a la hora de vivir? ¿Quiénes los irán a manejar en el futuro? ¿Qué país cabe esperar cuando estos viejos de pocos años tengan que tomar decisiones?
Como no me quería amargar la tarde, me puse a pensar en otra cosa, pero las generaciones sin idea de cómo educar a quienes traen a este mundo son ya muchas, los planes de estudio que muestran escasa cultura son ya varios y la proliferación de patinadores de pelo revuelto y mente embrutecida, enorme.
Cuando unos vulgares estafadores le roban a un Ayuntamiento, como el de Madrid, unos cuantos millones, no se lo roban al alcalde, sino a todos los ciudadanos. Los impuestos se pagan para que el alcalde y sus concejales los gestionen bien y financien con ellos los servicios públicos. Por tanto, la estafa no es al alcalde, sino a los ciudadanos, a los madrileños, esos que tienen una sanidad, una educación, una calidad del aire y una limpieza cada vez peores. La estafa es a los ciudadanos.
No veo que los ciudadanos estafados protesten y pidan a estos pésimos gestores que dimitan para que otros más inteligentes y más honestos organicen las cuentas públicas. Esto puede deberse a tres causas: o los votantes de estos señores piensan igual que ellos, es decir, que están de acuerdo en que les estafen y que no les importaría enriquecerse con los fondos públicos, o no tienen la menor conciencia de lo que está ocurriendo porque ni se enteran ni quieren enterarse, o tienen el odio cegador a los adversarios metidos tan dentro que prefieren empobrecerse antes de que gobierne la izquierda. Mala situación, en todo caso, para los ciudadanos y buena para los de extrema derecha, que ven ciudadanos fácilmente manipulables.
No creo que estos machos de extrema derecha sean tan torpes ni tan ignorantes como para negar la existencia de la violencia de género y querer sustituirla, de manera tan absurda y tan burda, por eso de la violencia intrafamiliar. Yo creo que sí saben que existe una violencia que va contra las mujeres, por el mero hecho de ser mujeres, y que la ejecutan hombres machistas que se creen superiores a ellas. Lo saben y muy bien. Lo que ocurre es que NO LES INTERESA ADMITIRLO. Es la mejor manera de seguir explotando a las mujeres, de tratarlas como seres obedientes y como generadoras de placer y de descendencia: como cosas y no como personas. Negar la violencia de género es admitir como normal lo que ellos creen.
Otra cosa es lo que ocurre con las mujeres que votan a estos machistas de la extrema derecha y a sus socios de la derecha extrema. ¿Aún no saben estas mujeres que tienen derechos? ¿Aún no han aprendido estas mujeres a fraguarse ellas mismas sus vidas, sin depender de un machista que las proteja? ¿Están tan acostumbradas a ser tratadas como cosas, que no saben lo que significa ser personas? ¿Todavía no han comprendido que corren peligro al lado de un machista que las explota y que puede ser violento con ellas o con sus hijos si se niegan a ser explotadas? ¿Tanto odio les han metido en sus mentes que ni siquiera ven el peligro que corren ellas mismas con los machistas? ¿Tantas mentiras se han creído que llegan a temer a quienes las defienden? Las mujeres nacieron para ser grandes, y, sin embargo, se conforman con la pequeñez, pintada de rosa y tragedia, que le pone delante el machismo azul y verde.
Unos se van construyendo con amores a los tús y olvidos del yo.
Otros lo van haciendo con olvidos de los tús y amores al yo.
Buen y humano día.
Hoy alguien ha comenzado a hablar de valentía y no lo he entendido. No concibo la valentía más que en presencia de una necesidad. Si hay que hacer algo difícil para conseguir un fin importante, entiendo que el valiente eche mano de su valor y se arriesgue por conseguir tal fin. Pero arriesgarse uno mismo o, lo que es peor, arriesgar la vida de los demás por llegar antes, por aparentar ser superior, por mostrar más atrevimiento que los demás, por ponerse delante de una fiera o por arrancar unos aplausos no lo veo de valientes. Más bien suelen ser situaciones propicias para imprudentes, para gente que no ama la vida o para quienes no cumplen normas ni son fieles al respeto. Dicho más brevemente: para brutos.