He visto sólo por encima los
resultados de las elecciones, pero cada vez tengo más la impresión de que en España hay
una supuesta izquierda, que no se entera de nada, que cree que lo
mejor es quedarse en casa y que, con una candidez que asusta, le
entrega el poder a la derecha. A esta supuesta izquierda sólo le
falta darle las gracias a la derecha por prestarse a gobernar. Es una
izquierda supuesta, pero de hecho, yo creo que es una derecha real.
La otra izquierda, la militante, anda con un bloqueo mental
igualmente asustante. Ha envejecido lustros en un año y le ha
entrado un reúma mental de mucho cuidado. Habrá que ver qué pasa
estos días, pero aquí o tomamos el toro por los cuernos en breve o
desaparecemos todos. Nunca viví una desmoralización de tal calibre
en este país ni vi unos disparates tan enormes como los que estoy
viendo ahora.
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