Habitualmente no suelo felicitar en
estas fiestas, porque no tienen significado vital para mí. Pero el
hecho de que en estos días se reúnan muchos miembros de las
familias, grupos de trabajadores y amigos, y que muchas personas se
desean mutuamente felicidad, me mueve este año a hacerlo y a
reflexionar, sobre todo, para matizar ese noble deseo que termina en
las palabras de casi todos.
No voy a entrar en lo que pueda
consistir esa felicidad que tanto nos deseamos, porque creo que no
nos vamos a poner de acuerdo: es algo muy personal que cada cual
busca como quiere y que quienes la encuentran suelen ser,
paradójicamente y como ya expresó Kant, quienes no la buscan, pero
cumplen con su deber moral de seres humanos.
Lo que sí me gustaría resaltar es que
si se trata de ser felices, debemos serlo todos. ¿Por qué? Pues
porque el individualismo, tan lamentablemente extendido, creo que nos
impide ver cuál es nuestra verdadera realidad. Con frecuencia, los
intereses particulares -económicos, de poder o de cualquier tipo-,
hacen que prescindamos de algo que es inseparable de la vida del ser
humano, que es su carácter social.
Nadie es capaz de sobrevivir solo, como
si fuera un ser individual y solitario. Todos vivimos con todos, y,
lo que es más importante, todos nos necesitamos. Prescinde del
médico, de quien vende las verduras, de quien te arregla los papeles
y de quien escribe las novelas que te gustan o la poesía con la que
disfrutas y te vienes abajo. Todos vivimos juntos en el mismo mundo.
Vivir sin tener en cuenta a los otros es un capricho egoísta de
quien no ha comprendido lo que es un ser humano.
Por eso no podemos prescindir de nadie
ni intentar pensar la vida en clave individualista. Si hay que ser
felices, debemos serlo todos.
Y no vale tampoco quedarse en el mero
hecho protocolario de decir palabras huecas que hablen de felicidad.
O se intenta en serio que todos seamos felices o nos callamos la
boca.
Ahora tienes una buena ocasión de
mostrar lo que quieres para esas personas con las que te encuentras
cada día, las que forman tu mundo, y recordar que, te interese lo
que te interese, eres un ser social, que tienes siempre que contar
con todos. De lo contrario aparecerás como un mero ser egoísta,
autoengañado, que te mantendrás en tu nube mientras no venga
alguien que se crea superior y prescinda de ti.
Si quieres felicitar las fiestas, te
sugiero que pienses en lo que dices y en lo que haces.