Hace unos días estuvimos con unos
amigos en la Venta Melchor, en El Colorado,
cerca de Conil. En la cocina de este restaurante, cómodo y
modernizado con gusto, reina una de las mejores cocineras de la zona,
entendiendo por zona la que abarca una buena cantidad de kilómetros
a la redonda: Petri Benítez.
Yo creo que Petri Benítez es de las
grandes cocineras porque muestra algo nuevo cada día, pero
manteniéndose en un nivel de calidad altísimo. En su entorno hay
estupendos productos de la huerta, carnes de calidad, magníficos
pescados y el atún rojo de almadraba, que ella elabora como nadie.
Con estos ingredientes extraordinarios, consigue platos tradicionales
junto con novedades que te dejan no solo relamiéndote de gusto, sino
pensando en cómo es posible que esas combinaciones de sabores puedan
darse. Comer en la Venta Melchor es siempre una experiencia
inolvidable.
El día señalado pudimos acordar con Petri
compartir todos los platos. Hacía tiempo que, por diversas razones,
no comíamos allí y nos apetecía recordar algunos sabores y
descubrir otros nuevos.
De aperitivo nos puso unas papas y unas
zanahorias aliñadas, cada cual a su manera, que nos despertaron los
sentidos y el entendimiento. Le siguió un tartar de atún con algas
de la zona y muy poco más, que estaba muy rico y sorprendente. Luego
vino un espectacular revuelto de berenjenas con almejas, muy bueno. A
continuación, unos chocos guisados al estilo de Conil, con un tomate
frito riquísimo, y un delicadísimo calamar relleno. Ambos dignos de
elogio y de mojar en sus salsas.
La ventresca de atún encebollada se
deshacía en la boca y dejaba salir todo el sabor de una de las
partes más nobles del pescado. Terminamos con media ración de berza
de judías verdes, que era solo para probarla, pero que no pedimos
otra media de milagro. De cada plato habíamos tomado un poco y no acabamos pesados ni mucho menos. La carta de vinos ha cobrado una
dimensión estupenda, con referencias de casi todas las
denominaciones.
A la salida nos despedimos agradecidos
de Petri, de Juan Carlos y de Pepe, el camarero que nos atendió
magníficamente. A mí, que estoy últimamente bastante preocupado
con el mundo que estamos haciendo, se me ocurrió decirles que comer
allí nos reconciliaba con el mundo. Tres comensales que estaban
cerca lo oyeron y dijeron que estaban de acuerdo, que era eso lo que
ocurría.
Una gozada.