lunes, 15 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. En el Congreso de los Diputados




Hoy tuve la oportunidad de asistir en el Congreso de los Diputados a un homenaje que se le hacía, a instancias de la Fundación Cultura del Sur, a los ponentes de la Constitución, a los que sumaron a Fernando Abril Martorell, que fue vicepresidente del Gobierno con Adolfo Suárez, y a Alfonso Guerra, presidente de la Comisión Constitucional. Ambos participaron activamente en la gestación de la Constitución de 1978.

El acto fue presidido por Jesús Posada, que ocupa el cargo en el Congreso, junto con Pascual Sala, presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Robles, Alcalde de Fuenlabrada, Eduardo Madina, presidente del Grupo Parlamentario Socialista y por el encargado de Inmigración de la Comunidad de Madrid, cuyo nombre lamento no recordar.

Hablaron varios de los asistentes, pero salvo Eduardo Madina, parecía que no tenían más interés que el de cubrir el expediente, sin preocuparse de que alguno de los asistentes sacase algo útil de sus parlamentos. Afortunadamente fueron breves y el acto se hizo llevadero.

Pero ¿cómo estará la situación de viciada, de forzada, de tensa, que ninguno de los homenajeados asistió al acto? Ni los ponentes vivos ni Alfonso Guerra consideraron oportuno aparecer, no sé si para no tener que hacer declaraciones o por cuestiones laborales, que es lo que adujeron casi todos. Miquel Roca envió una carta en la que apelaba al espíritu de diálogo y de consenso de la Transición y se acabó el asunto. En este sentido, más deslucido no pudo resultar el acto.

Lo que más me agradó fue que a los alumnos que me acompañaban les gustó acudir al Congreso. Insistieron en hacerse una foto con Gaspar Llamazares y con Eduardo Madina y querían una también con el presidente del Congreso. No sé si de estos detalles cabe entresacar alguna esperanza.

Buenos días. Ternura



La forma más sublime de vivir el amor es la ternura.

El calendario de Bautista. 15/10/2012. Virgilio



Tal día como hoy del año 70 a.C. nació el poeta romano Virgilio. Puedes encontrar más información pulsando aquí.



domingo, 14 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Templos




Hay algunas cosas, pocas, que se sitúan por encima del ser humano. No me refiero a seres trascendentes, a dioses ni a inventos parecidos fruto de la debilidad humana. Me refiero a todas esas instancias que son más importantes que la individualidad humana, como la ética, la ley o la política. Su importancia radica en que se refieren, no al yo, sino al nosotros; no a mi vida particular, sino a la vida de todos. El inhumano individualismo del neoliberalismo que nos invade y nos asfixia está acabando con esta visión del ser humano como un ser social, pero eso no quiere decir que haya perdido su vigencia. Que la gente sepa cada vez menos aritmética no quiere decir que 2 + 2 no sigan siendo 4.

Mañana me toca visitar uno de los lugares en donde habita una de esas entidades superiores al individuo. Es el sitio en el que unos servidores de los ciudadanos, elegidos y pagados por estos, se dedican a hacer las leyes por las que se va a regir la vida de todos. Quizá sea esta la labor más sagrada, si se puede hablar así, de las que se desarrollan en la sociedad y tiene lugar, claro está, en el Congreso de los Diputados.

Hace un par de años, participamos, en nombre del IES Luis Buñuel, de Alcorcón, un grupo de alumnos y alumnas y yo mismo en un trabajo que pretendía fomentar la igualdad entre los hombres y las mujeres, a la vez que difundir el espíritu de la Transición, que nos ha permitido vivir la época más dilatada de democracia en España. La convocatoria incluía un homenaje a los padres de la Constitución que, por diversas razones, no se ha podido celebrar hasta ahora y que va a tener lugar mañana.

En los tiempos que corren veo la democracia seriamente amenazada, por una parte, por una derecha que va a lo suyo con descaro y que no ve -o no quiere ver- lo que significa ser ciudadano en una sociedad democrática; y, por otra, por una extraña izquierda, que termina haciéndole el juego usando métodos de derechas, como la manía de generalizar y meter a todos en el mismo saco, o poniendo en práctica estrategias ingenuas, como la de lograr la desmotivación de buena parte de los votantes en vísperas de las elecciones, de confundir el debate político con las discusiones de ateneo o la alegre sustitución de la representación por la asamblea. Pero, a pesar de todo esto, creo en la democracia, en una democracia que necesita eliminar todas las deficiencias que ha ido adquiriendo, posiblemente por falta de autocrítica.

Mañana iré al Congreso como el que va a un templo, no en el sentido religioso, sino en el de alguien que va allí a estar con algo que es más importante que uno mismo, algo que le infunde un profundo respeto por lo que significa para la vida humana en sociedad. Espero encontrarme allí con diputados y no con mercaderes.




Ana María Valderrama

Ana María Valderrama es el futuro del violín en España.


Buenos días. Conócelas




Procura conocer lo mejor que puedas a aquellas personas que están a tu lado. Algún día te necesitarán o querrás tener con ellas un detalle que las haga felices. No te quedes en lo superficial o en lo agradable. Intenta llegar hasta donde habita el misterio.  

Jimmy Cliff


El calendario de Bautista. 14/10/2012. Garcilaso




Tal día como hoy de 1536 murió Garcilaso de la Vega. Puedes encontrar más información pulsando aquí.



Deja la calle, toma tu casa


Ya está bien de recortes, Rajoy. Y no me hagas madrugar más para esto.






sábado, 13 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Wert no es tonto



Fotografía de la Cadena Ser

Wert no rectifica y asegura contar con el respaldo del Gobierno



Ya lo he contado aquí alguna vez, pero me ha vuelto a venir a la mente al observar las evoluciones (es un decir) del tipo este tan peligroso, el “ministro” Wert, con el que los dioses nos han castigado a través del voto de unos ciudadanos, al parecer, poco aficionados al conocimiento. Me refiero a la diferencia entre un tonto y un gilipollas.

El asunto me lo aclaró un curioso catedrático de filosofía con el que coincidí en un instituto, hace ya mucho tiempo. No recuerdo de qué estábamos hablando, pero era de algo que había hecho alguien. Se me ocurrió decir que aquello era una tontería, a lo que el preclaro profesor me respondió, muy tajante:

  • No. Eso no es una tontería. Es una gilipollez.
  • Bueno, hombre, más o menos es lo mismo ¿no? -le contesté.

Y muy serio, como si hubiéramos tocado una de las verdades esenciales de la existencia y fuera muy conveniente aclarar de una vez por todas la cuestión, sentenció:

  • No, señor. No es lo mismo ser tonto que ser gilipollas. ¿No sabe usted la diferencia entre un tonto y un gilipollas?
  • Pues no, acláremela, por favor -le dije.
  • Es que no se puede andar por la vida sin saber distinguir a un tonto de un gilipollas. Esto es muy importante.

Aquél hombre era un catedrático de los de toda la vida y yo era un pobre profesor que acababa de sacar la oposición y que llegaba a mi primer destino. Es posible que por eso me hablara de usted y desde arriba. El caso es que, muy en su papel, me contó lo siguiente.

  • Un tonto es alguien que se equivoca, que comete un error. Pero si a un tonto le explica usted que se está equivocando, si sólo es tonto, se da cuenta, reacciona subsanando el error o cambiando de opinión e, incluso, le pide disculpas por haberse equivocado. Un tonto, por tanto, tiene arreglo.

Su tono era pontifical, pleno de seguridad y de dominando la situación. Lo siguiente ya lo dijo más caldeado, como si en alguna ocasión hubiese sufrido algún tipo de consecuencias indeseadas relacionadas con lo que iba a decir.

  • En cambio, un gilipollas es un tipo que también comete errores, pero que no tiene arreglo. Ya le puede usted explicar al gilipollas en qué consiste su error, por qué se está equivocando o qué es lo que no está teniendo en cuenta, que, por principio, jamás admitirá que no tiene razón. Puede que, además, añada cosas tales como que él no se equivoca nunca o que el que está equivocado es usted, porque de eso él sabe mucho. El gilipollas no tiene arreglo y por eso es muy peligroso. Hay que huir de los gilipollas como de la peste. Y lo malo es que son muy abundantes. Están en todas partes. Vaya usted por donde vaya o entre en donde entre, siempre habrá algún gilipollas presente.

Yo lo miraba atentamente, asintiendo levemente con la cabeza y sin tener nada que aportar ante la calidad del retrato psicosociológico que me había hecho.

  • Veo que, al menos, ha aprendido usted algo útil hoy -dijo. Y cambiamos de tema.

Me pareció una distinción realista e interesante y, siempre que ha venido a cuento, se la he contado a los alumnos. Hoy, leyendo la insistencia de Wert en no rectificar, me he vuelto a acordar de aquella conversación y he llegado a la conclusión de que Wert realmente está equivocado, pero que no es tonto.