martes, 6 de diciembre de 2011




Puse el otro día en una red social lo siguiente:

"Si corriges en verde indicas, sugieres, propones... En rojo tachas, censuras. Lxs alumnxs se hunden con tanto rojo! "

Copio aquí los comentarios de Patricia del Amo y mía por si a alguien dedicado a la enseñanza le son útiles.

Patricia: Yo quiero decir que los doce cursos en que llevo siendo profe sumados a un año más en educación no formal, utilizo el color verde para corregir. Cuando los alumnos me entregan un texto, se lo devuelvo con anotaciones al margen siguiendo unas claves para que ellos se lo vayan corrigiendo en una hoja que tenemos para ello y de esa manera se fijen en lo que les he marcado. Para aquellos chavales que están aprendiendo a escribir o que arrastran graves problemas de lectoescritura porque escriben todo seguido sin utilizar signos de puntuación o no saben separar palabras o emplear las mayúsculas adecuadamente, además de los normales errores de grafías o tildes, no se les pueden marcar todas las faltas a la vez porque eso no sirve de nada. Yo voy eligiendo qué aspecto es el más importante a fomentar en ese alumno y es lo que le señalo para que se vaya fijando, lo vaya interiorizando y luego poco a poco les voy señalando otros aspectos. En fin, entregar un texto o un examen plagado de marcas rojas y tachaduras no sirve de nada porque la mayor parte de las veces los chavales ni lo miran. Siempre intento resaltar uno o dos aspectos positivos de lo que me presentan y detallarles aquello que pueden hacer para mejorar. Mis alumnos ya lo saben y esperan con ganas la devolución de sus escritos para ver lo que les he anotado. Y entre ellos se dicen "Eh, no escribas en verde que es el que utiliza la profe"

Manuel: Yo siempre corregí en verde. Tiene un valor simbólico y creo que ayuda a que el alumno no vea la corrección como un juicio, sino como una ayuda para que siga aprendiendo. Lo aprendí cuando corregía ejercicios de alumnos que seguían una enseñanza a distancia, que estudiaban solos y que esperaban la devolución de los ejercicios corregidos como agua de mayo. Yo veía que una compañera incrustaba unos tachones profundos, rojos y condenatorios en las actividades y me imaginaba cómo recibiría el alumno tales mensajes. Me parecía un disparate pedagógico y humano. Decidí entonces adoptar el verde y hacer correcciones constructivas, positivas, edificantes, que ayudaran al alumno en lugar de frenarlo y de contribuir a hundirlo, y que junto a sus errores, mostraran formas de superarlos y un reconocimiento a sus logros. J L Sampedro siempre dice que la enseñanza no es más que amor y provocación. La provocación no es más que descubrir el porqué del problema, para que el alumno tenga ganas de encontrar la solución y sea significativa para él. Pero sin el amor, la enseñanza no tiene sentido ni es útil. El amor también es verde.

lunes, 5 de diciembre de 2011

La PPutada



Si quieres hacer una PPutada, abre la PPuerta de tu casa de PPar en PPar, PPon música celestial, PProclama a voz en grito que eres mucho mejor que todos tus vecinos e invita a la gente a entrar. Una vez dentro, cierra la PPuerta con llave y se la haces.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La mujer y el peligro del tradicionalismo




Siempre actuamos movidos por algo. Hay veces en las que ese algo que nos mueve a actuar son las tradiciones, esto es, ciertos comportamientos heredados, pero que carecen de una justificación racional. Las tradiciones nos llevan a hacer cosas porque siempre se han hecho así, no porque entendamos con la razón que son buenas y adecuadas. Repetimos comportamientos una y otra vez, pero sin saber realmente la razón de por qué lo hacemos. Nos basta con conocer que siempre ha sido así. Muchas de las costumbres sociales y muchas de las normas de las diversas religiones responden a estos esquemas tradicionales. Es más, son las religiones las principales responsables de la perpetuación de estas tradiciones.

La mayoría de las de las tradiciones con las que convivimos son machistas y suponen un trato diferente a la mujer respecto del hombre, por el mero hecho de ser mujer. En cualquier sociedad estructurada sobre la razón esto no debería ser así, pero todavía el desarrollo humano está lejos de crear un mundo igualitario, sin discriminaciones ni injusticias, y la mujer sigue siendo la víctima de unas costumbres basadas en el patriarcalismo, en el deseo y la conveniencia de la explotación de la mujer, en la misoginia y en una interesada y nunca demostrada -porque es indemostrable-superioridad del varón sobre la mujer.

Muchas veces la mujer vive estas situaciones sin entenderlas, alienada sin saber que lo está, aceptando su situación como si fuera natural y sufriendo, incluso con alegría, una situación inhumana que, si su concepto de cultura fuera el adecuado, rechazaría por interesada, por contraria a los derechos humanos y a su condición de persona. Otras, las menos, se rebela contra lo injusto de la situación y entonces cae sobre ella todo el peso de la sociedad machista, que defiende sus privilegios sexistas a cualquier precio.

Es la cultura racional y humana la única capaz de acabar con estas tradiciones malsanas, generadoras de sufrimientos y muy alejadas de un concepto de lo humano en el que puedan caber todas las personas con los mismos derechos. Cuando lo normal sea que las personas actúen siguiendo una cultura que incluya normas basadas en la razón, en lugar de hacerlo mecánicamente, repetitivamente, siguiendo tradiciones ajenas a los derechos humanos, el mundo será realmente otro y en él cabremos todos en un ámbito de igualdad.

El artículo que enlazo aquí me lo ha suministrado Ana Belén Plaza, periodista y amiga, que vive en India desde hace algún tiempo. Relata con casos concretos los problemas vitales que sufren las mujeres indias por el mero hecho de ser mujeres y porque la sociedad en la que viven se rige por tradiciones no racionalizadas, en donde la cultura humana está aún lejos de la vida cotidiana.

La narración es muy dura. Puedes verla aquí. Se titula India: un país sin hijas.

Etienne Daho

viernes, 2 de diciembre de 2011

Gobernantes



Los fuertes no quieren, en general, mandar. Son los débiles, en cambio, los que lo necesitan. Decía Platón que el mejor gobernante es el que no quiere serlo.


jueves, 1 de diciembre de 2011

Nicanor Parra, premio Cervantes 2011

Un poema de Nicanor Parra (1914), poeta chileno.


Manifiesto

Señoras y señores
Esta es nuestra última palabra.
-Nuestra primera y última palabra-
Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores
-Y esto lo digo con todo respeto-
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos
En el lenguaje de todos los días
No creemos en signos cabalísticos.

Además una cosa:
El poeta está ahí
Para que el árbol no crezca torcido.

Este es nuestro lenguaje.
Nosotros denunciamos al poeta demiurgo
Al poeta Barata
Al poeta Ratón de Biblioteca.

Todo estos señores
-Y esto lo digo con mucho respeto-
Deben ser procesados y juzgados
Por construir castillos en el aire
Por malgastar el espacio y el tiempo
Redactando sonetos a la luna
Por agrupar palabras al azar
A la última moda de París.
Para nosotros no:
El pensamiento no nace en la boca
Nace en el corazón del corazón.

Nosotros repudiamos
La poesía de gafas obscuras
La poesía de capa y espada
La poesía de sombrero alón.
Propiciamos en cambio
La poesía a ojo desnudo
La poesía a pecho descubierto
La poesía a cabeza desnuda.

No creemos en ninfas ni tritones.
La poesía tiene que ser esto:
Una muchacha rodeada de espigas
O no ser absolutamente nada.

Ahora bien, en el plano político
Ellos, nuestros abuelos inmediatos,
¡Nuestros buenos abuelos inmediatos!
Se refractaron y dispersaron
Al pasar por el prisma de cristal.
Unos pocos se hicieron comunistas.
Yo no sé si lo fueron realmente.
Supongamos que fueron comunistas,
Lo que sé es una cosa:
Que no fueron poetas populares,
Fueron unos reverendos poetas burgueses.

Hay que decir las cosas como son:
Sólo uno que otro
Supo llegar al corazón del pueblo.
Cada vez que pudieron
Se declararon de palabra y de hecho
Contra la poesía dirigida
Contra la poesía del presente
Contra la poesía proletaria.

Aceptemos que fueron comunistas
Pero la poesía fue un desastre
Surrealismo de segunda mano
Decadentismo de tercera mano,
Tablas viejas devueltas por el mar.
Poesía adjetiva
Poesía nasal y gutural
Poesía arbitraria
Poesía copiada de los libros
Poesía basada
En la revolución de la palabra
En circunstancias de que debe fundarse
En la revolución de las ideas.
Poesía de círculo vicioso
Para media docena de elegidos:
"Libertad absoluta de expresión".

Hoy nos hacemos cruces preguntando
Para qué escribirían esas cosas
¿Para asustar al pequeño burgués?
¡Tiempo perdido miserablemente!
El pequeño burgués no reacciona
Sino cuando se trata del estómago.

¡Qué lo van a asustar con poesías!

La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Este es nuestro mensaje,
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual
La poesía alcanza para todos.

Nada más, compañeros
Nosotros condenamos
-Y esto sí que lo digo con respeto-
La poesía de pequeño dios
La poesía de vaca sagrada
La poesía de toro furioso.

Contra la poesía de las nubes
Nosotros oponemos
La poesía de la tierra firma
-Cabeza fría, corazón caliente
Somos tierrafirmistas decididos-
Contra la poesía de café
La poesía de la naturaleza
Contra la poesía de salón
La poesía de la plaza pública
La poesía de protesta social.

Los poetas bajaron del Olimpo.



Día contra el SIDA




Contra el SIDA, solidaridad, respeto a los enfermos, evitar la discriminación, comprensión y medidas preventivas. Hay que evitar que se propague dando información eficaz y criticando disparates absurdos, aunque vengan de Iglesias o de donde sea.

martes, 29 de noviembre de 2011

¿Por qué usas las pieles de los animales?



¿Por qué hay personas que se abrigan con ropas fabricadas con pieles de animales? Muchas de estas personas no conocen el sufrimiento atroz que se infringe a los animales para obtener sus pieles. Otras lo saben, pero no tienen la sensibilidad necesaria para condenar estas prácticas. ¿Por qué hay personas que van destrozando la naturaleza, a veces para obtener beneficios y otras porque sí, porque se creen con el derecho a hacerlo? ¿Por qué se ponen en peligro y se eliminan especies por sobreexplotación o por vertidos tóxicos? ¿Por qué sufrimos las consecuencias de un efecto invernadero generado por la actividad humana? ¿Por qué el debilitamiento de la capa de ozono está poniendo en peligro nuestra salud?

Las respuestas a todas estas preguntas son complejas y tienen matices muy variados, pero por debajo de todas ellas late una idea antigua, trasnochada y peligrosa: la de que el humano es el ser más importante de la Naturaleza -el ser más importante de la creación divina, decían los medievales-, el rey del mundo, el ser a cuyo servicio debe estar toda la realidad.

Este antropocentrismo, que tantas vidas de seres de la naturaleza, incluidas las humanas, ha costado, debería ya haber sido criticado y rechazado por las mentes de los seres humanos del siglo XXI. Cualquier ser humano actual, que haya sido educado en un pensamiento racional sano y en una ética ecológica libre de supersticiones y de preceptos religiosos irracionales, debería tener claro que el ser humano es un ser más de la Naturaleza, no el principal ni el más poderoso, sino uno más. Más complejo, si se quiere, con más posibilidades, pero también con más responsabilidades y con más capacidades para actuar sin tener que seguir pautas brutas propias de seres menos dotados que él.

No hay manera de que el ser humano actúe respetando la Naturaleza como no se base en valores culturales como el respeto y la igualdad. El neoliberalismo económico y mental en el que estamos inmersos, muchas veces sin ser conscientes de ello, propone como normal el uso y el abuso de la Naturaleza para obtener beneficios en favor de los usuarios. Una ética humana, ecológica, igualitaria, respetuosa y con un futuro vivible por todos nunca podrá justificar estas prácticas ni considerará al ser humano como el eterno privilegiado de la Naturaleza. Somos uno más entre todos. Todos tenemos derecho a ser.