Me parece claro que el objetivo principal de la política educativa de las administraciones del PP es el desmantelamiento y el debilitamiento de la enseñanza pública para proceder a su privatización, cosa que presentarán, no como su real conversión en un negocio rentable ideológica y económicamente, sino como el remedio necesario para mantener una enseñanza a la que puedan acceder todos, etc., añadiendo aquí toda la sarta de falacias con que suelen encubrir esta maniobra.
Este objetivo lo tengo claro. Lo que ya no tengo tan claro es cuál es la mejor manera de luchar contra esta estrategia tan burda y tan dañina para los ciudadanos. Hasta ahora creo que hay dos procedimientos para articular esta necesaria reacción: las huelgas y las manifestaciones en la calle. Me parece, aunque algo me hace no estar seguro del todo, que las huelgas no son el procedimiento más eficaz, en las circunstancias actuales, para salvar la escuela pública. La estrategia de los políticos del PP pasa por crear una mala imagen de la enseñanza pública, en donde cualquier detalle de calidad esté ausente: hablan de profesores vagos, dan pocos fondos, obligan a dar afines a profesores que no siempre están capacitados para ello, etc. En este contexto, las huelgas, las decisiones de no hacer actividades extraescolares, las propuestas de aprobados generales y las medidas de este tipo pueden, en el fondo, colaborar, a los ojos de los padres, a crear esa imagen sin remedio de la enseñanza pública que quiere el PP. Hay muchos ciudadanos que entienden que la educación debe ser pública y que debe tener calidad, pero si entre unos y otros destrozamos la visión que los padres tienen de ella, ¿no corremos el riesgo de que poco a poco los alumnos vayan desviándose hacia la concertada o hacia la privada, huyendo de una enseñanza pública demasiado deteriorada? Mi temor es que, si además de los recortes que nos impone el PP y que perjudican gravemente la educación pública, nosotros la dañamos más con huelgas al estilo tradicional, no sé si al final vamos a conseguir algo positivo o, por el contrario, vamos a empeorar la situación.
Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que haya que quedarse de brazos cruzados. Sería mucho más partidario de las movilizaciones en la calle. No se daña con ellas la educación de los alumnos, que no tienen la culpa de tener estos gobernantes tan chatos de mente, se expresa de manera clara una protesta y se hace que todo el que contempla la manifestación se plantee el tema. Posiblemente le haga más daño a la administración una manifestación que una huelga. Y le sale también más cara, porque el dineral que se están embolsando con las huelgas seguro que no va a revertir en la educación. Más bien financiarán alguna propaganda o se la entregarán a la privada, vete a saber.