El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
sábado, 23 de julio de 2011
Letras que hago mías: Gerard Mortier / 5
P. Luego está Internet, que ha revolucionado la industria y ha dinamitado el viejo concepto de autoridad.
R. Como ve [dice señalando la mesa de su despacho], no tengo ordenador. No he estudiado el caso de Internet y no quiero sacar conclusiones sobre algo que no he estudiado. Tengo colaboradores más jóvenes que lo usan y sé que la web es fundamental. La Red es un medio que debemos usar, sin duda. La pregunta es, de nuevo, cómo. ¿La autoridad? A finales del siglo XVIII perdió su autoridad la Iglesia; luego, la fue perdiendo el Estado poco a poco. Por eso, los masones y algunos intelectuales, como Goethe, promovieron la elaboración de una ética individual. Para eso debe servir la educación, para formar esa ética. Actualmente la autoridad es el mercado. Y ese es un problema serio. El que tiene el dinero marca el precio y quiere también marcar el valor.
Pero no soy pesimista. Para mí no es importante que la cultura europea sea la más fuerte sino que sus valores sobrevivan. Pero no soy un profeta, debo vivir hoy luchar contra el consumismo y la frivolidad. No podemos cambiar a la humanidad pero sí influir en algunos lugares, no queramos dominarlo todo. En pequeñas células podemos hacer cosas muy interesantes. Es maravilloso ver la emoción de 15 estudiantes emocionados con una pieza musical o con un poema.
viernes, 22 de julio de 2011
Letras que hago mías: Gerard Mortier / 4
Por su naturaleza, la ópera es un lugar conservador. Y no está mal mientras no se vuelva reaccionario. ¿Y qué es un reaccionario? Pues un conservador que no tiene curiosidad por lo nuevo. Yo entiendo a la gente que quiere conservar valores. Pero conservar bien es también abrir el interés a cosas nuevas. Si no, los valores se marchitan y mueren. Los conservadores no pueden pensar que la ópera es un espacio exclusivamente suyo. Yo tengo una gran fe en la emoción directa. He visto la reacción de la gente cuando hice Tristan e Isolda con Bill Viola. Hicimos 25 espectáculos. Muchas veces el público es más inteligente que los llamados profesionales de la información y de la crítica. ¿Que de 1.500 personas 30 se marchan del teatro? No está mal. También se salían de las primeras óperas de Mozart.
jueves, 21 de julio de 2011
Letras que hago mías: Gerard Mortier / 3
La ópera es un momento de la historia de la música muy conectada con una época. De hecho, es muy posible que no creemos nuevas óperas en 100 años. ¿Es grave? No. La tragedia griega clásica duró unos pocos años. Hoy representamos tragedias griegas pero no las escribimos. Ya no tenemos el paisaje social y político para escribirlas. George Steiner ha escrito un libro magnífico sobre por qué. La ópera es una forma de arte burgués, no aristocrático. La ópera Garnier es el Versalles de la burguesía. Hay formas de arte -la música, la poesía, la arquitectura- que siempre han existido y siempre van a existir. Otras no. Milan Kundera ha escrito mucho sobre la evolución de la novela, por ejemplo. También la poesía épica ha desaparecido. En la ópera hay dos direcciones: una es el divertimento y el virtuosismo, pero eso ya está, y muy bien, en espectáculos como los del Circo del Sol. La otra dirección consiste en revalorizar las emociones a través del canto en un tiempo en el que la emoción se confunde con el sentimentalismo.
miércoles, 20 de julio de 2011
Letras que hago mías: Gerard Mortier / 2
La verdadera democracia no es que todos vean y oigan lo mismo, sino que todos tengan la ocasión de hacerlo. Que el que quiera leer un libro de poemas pueda acceder a él. Que tenga la ocasión de hacerlo y la formación suficiente para apreciarlo. Por eso más que de cultura se trata de educación. Ahí es donde se crea la curiosidad por el arte y donde se deben dar las herramientas para entenderlo.
martes, 19 de julio de 2011
Letras que hago mías: Gerard Mortier / 1
Gerard Mortier, Director artístico del Teatro Real de Madrid, nació en Gante (Bélgica), en 1943, y, tan preocupado por el presente político de su país como por el futuro cultural de Europa, está a punto de cerrar su primera temporada al frente del coliseo madrileño después de dejar su impronta en las principales estaciones del continente. En 1991 sucedió a Herbert von Karajan como director del Festival de Salzburgo, donde pasó 10 temporadas. Luego vendrían la creación de la citada Trienal del Ruhr y la dirección de la Ópera de París. Parece, pues, la persona adecuada para analizar el estado de la cultura en un tiempo en que esta vive su particular revolución industrial.
En el Suplementto de El País que celebra su 35 aniversario aparece una entrevista en la que dice lo siguiente:
Una obra de arte es algo espiritual, quitándole a la palabra toda connotación religiosa. Desde la Revolución Francesa tenemos mucha más democracia -que ha llegado más tarde para las mujeres-, pero la democracia ha sido sobre todo material. En Occidente, las conquistas sociales han humanizado el trabajo, pero no ha conseguido aún que la gente trabaje en algo que le interese. La democracia no ha llegado al espíritu, se ha quedado en el ámbito materialista. Eso se ve cuando vas a Moscú. No me gustaba nada el sistema comunista, pero la educación ha perdido el peso que tenía. Ahora está orientada al beneficio, a ganar dinero. Solo hay que ver los programas de las escuelas y las universidades. El ejemplo más claro es Estados Unidos. Cuando he dado clases de análisis sociopolítico del teatro me he encontrado con estudiantes de 20 o 22 años que no sabían qué era Fausto. Don Juan sí, pero lo confunden con Casanova.
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