martes, 3 de mayo de 2011

Encuentro




La alegría de la mirada deseada. El optimismo de las cejas que suben. La aceleración de los latidos del corazón. La carrera de los dos hacia el encuentro. Los brazos que vuelan para agarrar todo el ser de quien viene hacia ti. La llegada esperada. La cercanía de dos cuerpos que encajan mutuamente. Las manos que hablan por detrás. Los dedos que quieren entrar en la carne sin hacer daño. Las mejillas que se rozan hasta terminar en besos. Los cuerpos que se separan para que vean los ojos. Los ojos que se retiran para que se unan los labios en un beso profundo. La sonrisa intensa que transmite la alegría a los ojos y al alma. Las manos que se unen y dialogan con calor y con aprietos. Una mano que va a la nuca de quien está delante y arrastra la cabeza hacia sí. La mirada que baja y la boca que se diluye en otro beso penetrante, ardiente. La mirada que sube al separarse para encontrar cariño en los ojos. Las manos que sujetan dulcemente las mejillas. La cara que se tuerce para besar. Los ojos que se cierran para sentir sin distracción. Las mejillas que vuelven a rozarse, a apretarse, a fundirse. Y, luego, una mano que va al hombro. Otra mano que va a la cintura. Dos cuerpos que caminan unidos. Dos cabezas inclinadas. El paso acompasado. El amor. La alegría.  La vida. La ternura.

lunes, 2 de mayo de 2011

Otros mundos


Creo que hay que tener mucho cuidado con los otros mundos. Una cosa es que nos inventemos otro mundo mejor, pero sin anular la realidad de éste en el que estamos, y otra es inventárselo y querer hacer ver que lo real no es el mundo existente, sino el inventado, el que interesa que la gente se crea que es el real. Esto supone un juego innoble e inmoral con la ignorancia ajena, pero está a la orden del día.

Ana Belén y Antonio Flores


viernes, 29 de abril de 2011

Mandar



¿Por qué será tan frecuente que los menos dotados son siempre los que más quieren mandar? Incluso resultan elegidos democráticamente. No sé si será un asunto psicológico o de intereses o de ambas cosas.

jueves, 28 de abril de 2011

miércoles, 27 de abril de 2011

Aquí no se educa



Estoy ya cansado de esa costumbre actual tan extendida de que los padres no eduquen a sus hijos. Hasta el rancio de santo Tomás de Aquino decía que un deber natural era no sólo el de mantener la especie, sino el de educar a los hijos, pero se ve que ahora ni siquiera eso se lleva. Debe de ser que el aburrimiento es muy malo, que de la soledad hay que huir como sea o que la costumbre puede más que la racionalidad. El caso es que la gente no deja de producir carne educable y que una cantidad enorme de esta carne terminara sin educar, como si bajo la estúpida creencia que todo se hace solo, se ocultara otra no menos estúpida tendencia a lo fácil, a lo cómodo, a la rajoyesca actitud de que los problemas se disuelven solos. Nada de acostumbrar a los hijos a tener comportamientos humanos positivos, nada de decirles lo que deben hacer y lo que no deben hacer, nada de transmitirles valores y explicarles por qué deben ponerlos en práctica, nada de hacerles ver la importancia del respeto, de los modales elegantes, nada de mostrarles la importancia de la curiosidad, del estudio, de la limpieza moral y física, del esfuerzo, de que no todo vale. Es mejor engañarlos haciéndoles ver que la vida es sencilla, que siempre podrán hacer lo que les dé la gana, que tener los caprichos que quieran es tan sencillo como pedirlos y esperar un poco, que ellos mismos y sólo ellos son lo único importante en el mundo, que pueden molestar, hacer ruidos varios, faltar al respeto a cualquiera, tocar lo que quieran, vivir como deseen. Y que no proteste nadie porque hasta ahí podíamos llegar. No le deseo a estos padres y madres ni un ápice del sufrimiento que van a tener con estos antropomorfos antropófagos en casa. Si en algún momento se dan cuenta de lo que han hecho, será tarde. Mientras tanto, los demás estamos sufriendo y aguantando las consecuencias de unas generaciones de padres y madres, alimentados por la televisión, por el vicio del tener, por la ausencia de la lectura y de la mínima reflexión y con el tremendo vacío humano que domina sin remedio tantas y tantas cabezas. ¡Qué enorme error! ¡Que enorme horror!

martes, 26 de abril de 2011

Educar



Hay asuntos para cuya solución se es demasiado joven. Por ejemplo, aprender a ser prudente. Y hay otros, sin embargo, que cuando se intentan resolver, ya casi no hay tiempo. Es lo que ocurre con la adquisición de buenos hábitos deportivos y de ocio, entre otros. Este es uno de los mayores problemas de la vida y que debería resolverse con una buena educación de los hijos.