sábado, 15 de julio de 2023

Lo racional y lo emocional en las Elecciones / 2

 

Imagen tomada de Wikipedia.

Sería muy útil en una sociedad tan desinformada como la actual, que todos los ciudadanos, en legítima defensa, se leyeran los once Principios de propaganda que estableció Goebbels, el Ministro para la Ilustración Pública y la Propaganda de los nazis, tan presentes hoy en políticos que usan la razón como más les interesa para conseguir emociones favorables. No conocerlos implica estar expuestos a una manipulación que afectará a la propia vida y a la de todos.

Por ejemplo, el Principio de Simplificación dice que hay que quitarle toda la complejidad a los hechos y reducirlos a algo simple y fácilmente identificable por todos. De esta manera, la realidad se reduciría a un solo aspecto, a un solo adversario, sin matices ni aspectos concretos salvables, sino que ese concepto simple estaría cargado de todos los males imaginables, reales o inventados. Así, las medidas desarrolladas por las izquierdas en España, por poner un ejemplo, se englobarían todas ellas en un concepto simple pleno de negatividad y que definiría fácilmente el único enemigo a batir: el sanchismo. Usando este principio se evita debatir sobre asuntos concretos, como la sanidad, el salario, las pensiones, etc., porque todo se reduce al sanchismo, considerado como la causa de todos los males, aunque la sanidad no sea responsabilidad directa de Sánchez y el salario y las pensiones se hayan incrementado. No hay que hablar de otra cosa más que del sanchismo. La manipulación del ciudadano que acepta esta maniobra es evidente.

También es muy usado el Principio de Trasposición. Consiste en devolver y atribuir al adversario las acusaciones que se reciben de este. Por ejemplo, si a alguien que lanza falsedades sobre mí, le digo yo que está mintiendo, si aplica este Principio, me dirá inmediatamente que no, que quien miente soy yo, que él no miente nunca. Lo mismo si roba, si es un corrupto o si ha prometido algo que al día siguiente ya no cumple. Quien se atreva a acusar, terminará siendo acusado, aunque nunca haya hecho nada malo. La simpleza de la maniobra puede convencer o, al menos, hacer dudar al que no está precavido y no conoce bien los hechos.

El Principio de la Exageración y de la Desfiguración es muy utilizado por quienes intentan manipular las conciencias de los ciudadanos, especialmente con mentiras. Consiste en exagerar hasta desvirtuar una característica o un error que haya cometido el adversario. Por pequeño que sea este error, se trata de agrandarlo para que parezca de una importancia enorme. Y si es una característica personal, se intentará anularla o agrandarla, según convenga, de manera exagerada, para que el oyente se trague la maniobra sin posibilidad de duda. Por ejemplo, a un presidente de un Gobierno se le puede decir, sin justificarlo, que es el peor presidente que ha tenido nunca el país. Convenientemente repetida, esta exageración calará en las mentes de muchos ciudadanos, aunque no sepan en qué se pueda basar tal descalificación.

En la próxima y última entrega veremos la técnica denominada Gish Gallop, usada recientemente en España.

Puedes consultar la entrega anterior aquí.


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