Cuando terminó el episodio de la Gran Vía, me vino a la mente en seguida lo que está pasando desde hace tiempo con un partido político muy popular en España. Anda metido, al parecer, en corrupciones varias que afectan hasta a altos cargos del partido, pero no reconoce nada de eso. Por el contrario, sale todos los días en los medios de comunicación hablando de una versión de los hechos en la que la corrupción ni se menciona, pero, en su lugar, se acusa a jueces, fiscales, policías, prensa, Gobierno y a todo el que pase por allí de tramas imaginarias, delitos sin pruebas, conspiraciones supuestas, cruzadas de izquierdas y fábulas más o menos burdas. Parece que el intento consiste en montar un espectáculo llamativo y duradero para que nadie mire a la acera de enfrente, en donde están el botín y los protagonistas, o para que incluso algún ingenuo interesado se ponga en contra de la víctima porque se crea la historia que estos actores representan en medio de la plaza pública. Se trata, no de reconocer la realidad, sino de crearla de acuerdo con los propios intereses, como el que elabora un anuncio con el fin de vender algo. Sólo que aquí lo que se vende es la realidad, la vida misma.
Las veo como historias paralelas, formalmente iguales, en donde se confunden una pandilla de niñatas maleducadas y, por tanto, no preparadas para vivir en la sociedad sin molestar ni hacer sólo que les conviene, con un grupo político que aspira a gobernar este país.
Me pregunto quién habrá enseñado a quién, donde habrán aprendido esa manera de proceder. Me gustaría comprobar si cuando un ciudadano ve lo que hace un partido político tan popular, no entenderá que él puede hacer lo mismo. Si este partido tan popular es capaz de montar denuncias de jueces que luego se archivan, denuncias mediáticas sin pruebas que no se traducen en denuncias en el juzgado, si no tiene el menor pudor en no respetar las instituciones, ni en generar fantasmagorías interesadas, ni en mentir burdamente, ni en poner toda la sociedad al servicio de sus deseos, ¿por qué una niña no va a poder encararse con una guardia de seguridad en plena Gran Vía, a las 6 de la tarde, y con todo el pueblo a su alrededor?
Cuando unas niñas son capaces de copiar los métodos de los delincuentes, y un partido político reproduce los comportamientos de estas niñas, a mi me viene una tremenda sensación de asco. Y cuando me doy cuenta de que ese partido político tan popular y que cuenta con tantos adeptos y votantes puede gobernar el país, lo que me entra es miedo, me acojono. Entenderás ahora por qué estoy ascojonado.
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