La presidencia de EE.UU. en manos de
Donald Trump puede ser, desde el punto de vista material, un desastre
importante y trágico para multitud de personas, no solo del país
americano, sino de todo el mundo. Ha prometido ser un discriminador
en todos sus aspectos, en el racista, en el machista y en el xenófobo
-podemos imaginar qué hará con los niños o con los pobres- y no ha
dado muestras del menor afecto por la igualdad. Creo que cuanto más
pobre se sea, más se sentirá la presencia real de un personaje de
estas características cargado de poder.
Pero me preocupa, además, otro aspecto
de este individuo: su capacidad, por el cargo que ocupa, de ser un
guía moral para multitud de personas. La moral exige a todos que
cumplamos normas y que tengamos una dimensión social en nuestro
pensamiento y en nuestra actuación. Este señor hace y dice lo que
le da la real gana y no tiene en cuanta más que a quienes les
interesa. Parece el prototipo de ser individualista, amante del
dinero por encima de todo, discriminador, prepotente, destructor,
ignorante y atrevido. Es justamente lo que necesitan los ciudadanos
del mundo para tomarlo como modelo en su acelerado caminar hacia el
embrutecimiento colectivo. Creo que vienen muy malos tiempos.
Buenas
noches.