MENDA,
FULANO, MENGANO...
MENDA
proviene del caló. Significa YO, solo o acompañado del
determinado o demostrativo. Ej.: El menda, este menda... Y, ojo, rige
3ª. persona en el verbo, ej.: Menda se va, el menda se va. O
significa, acompañado del indeterminado, UNO CUALQUIERA, ej.:
"Pasó por allí un menda". El cachondeo de "La
venganza de don Mendo" es subido cuando va a suicidarse don
Mendo y que "menda mata a Mendo...", je, je, je...
FULANO,
del árabe fulán, "este hombre". Significa
alguien de nombre indeterminado, a veces despectivo, y en femenino
tiene la connotación de prostituta. En el siglo XIII todavía era
adjetivo, fulán lugar, algún lugar.
MENGANO,
del árabe man kan, "quién sea, cualquiera",
que se empleaba en el lenguaje notarial para designar a alguien
desconocido.
ZUTANO
viene de la interjección zut,
equivalente al actual chsst, empleado para llamar a alguien
del que se ignora el nombre. Luego toma la misma terminación que
Fulano y Mengano.
PERENGANO,
de Perencejo, pronunciación descuidada de Pero Vencejo,
nombre general para un segador o labrador típico. El vencejo
era la ligadura de los haces de mies.
DIMINUTIVO
-ULUS/ -CULUS
Hay
en latín un sufijo diminutivo, -ULUS/ -CULUS, que en
algunas palabras en castellano se ha lexicalizado, se ha convertido
en la forma normal de la palabra, como adminículo,
aurículas y ventrículos, glóbulo, artículo, versículo, músculo
(de mus, ratón, músculo, ratoncito, por el movimiento
que hace bajo la piel), glándula
(diminutivo de glande, femenino en latín). En algunas palabras, si
existen las dos, aún llegamos a captarlo como diminutivo. Es el caso
de grupo - grupúsculo, parte - partícula, cuerpo - corpúsculo,
circo - círculo. La evolución al castellano de ese sufijo es,
fonéticamente, de culus a -ejo, de cula a -eja.
Y hay palabras que han pasado al castellano, no en la forma simple,
sino con el diminutivo. En latín existe ovis (oveja),
diminutivo ovicula, castellano oveja. Y así de
auris, auricula,
oreja; de vetus, vetulus, viejo;
apis, apicula, abeja; artículus
evoluciona a artejos, los nudillos de los dedos; cuniculus,
conejo; lenticula, lenteja... Es curioso
que si ahora ponemos un sufijo diminutivo p. ej. a oveja y decimos
ovejita, orejita, conejito, no nos damos cuenta de que la palabra ya
traía un diminutivo y estamos poniendo otro más.