Tal día como hoy de 1744 nació Jean-Baptiste Lamarck.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Hay quienes piensan que lo natural es que gobiernen los ricos. Si alguien sabe quién fue Fraga Iribarne, recordará sin duda que hablaba de una mayoría natural. Estaba formada por los ricos y por todos aquellos que, sin serlo, habían sido convencidos de que lo eran. Ese convencimiento era fruto de las manipulaciones que suelen practicar. Les dicen a quienes viven de un sueldo que van a bajarles los impuestos, porque el dinero debe estar en el bolsillo del consumidor, no en las arcas del Estado. El que vive de un sueldo se alegra porque va a tener algo -más bien poco- más de dinero y, como agradecimiento, los vota. Lo que no le dicen es que bajando los impuestos van a ser los ricos -y no ellos- los que sí van a tener bastante más dinero en el bolsillo. Un 1 % es muy poco para el sueldo de un profesor o de un taxista, pero mucho para un director general. Y si no hay impuestos, no se pueden financiar ni la sanidad, ni la educación, ni las pensiones ni los servicios públicos. Esto tampoco se lo dicen. Y últimamente tienen la cara dura de bajar los impuestos en algunas Autonomías, para a renglón seguido pedirle al Gobierno central que, como ellos no tienen dinero, que financien los servicios públicos. Con dinero de los impuestos, claro.
Todo esto es lo natural. Lo que ocurre es que la antigüedad intelectual de quienes piensan así, cuya mente está empapada de intereses monetarios personales, les impide conocer que el ser humano no es un ser natural, sino cultural. Hay muy pocas cosas en el mundo que sean naturales. Hasta las aves y los árboles han cambiado algo a lo largo de los años, y no digamos el clima. Pero si se compara, por ejemplo, un fenicio con un romano, o con un ser humano actual, se podrá observar fácilmente -si se quiere ver- que somos fruto de la cultura, del conocimiento, de la evolución de la belleza, de las creencias y de la manera de entender la vida. No somos seres naturales. Podríamos considerar que, a lo sumo, tenemos de naturales el instinto de supervivencia y poco más. Todo lo demás es fruto de la educación, de la cultura. Por tanto, tratarnos como seres naturales es una milonga interesada, que lo que persigue es manipular la mente de los ciudadanos para que les ayuden a ellos a alcanzar el poder.
No somos seres naturales, sino culturales. Y la cultura -el arte de saber vivir bien entre todos- nos ha descubierto que la libertad es un bien que deben poder disfrutar todos, no solo los que puedan pagársela. Que junto a la libertad está la igualdad, las igualdades, que anulan todas las discriminaciones que practica la derecha: la misoginia, el racismo, la xenofobia, la aporofobia y demás deformaciones del sentido de lo humano. Y que, además, están toda la larga lista de valores que han convertido a los seres humanos en lo que son hoy, sin pararse a degustar solo lo que se consiguió en el pasado.
No debe gobernar quien sea más natural -quien tenga más fuerza o más contacto con los dioses-, sino quien sea más culto y sepa organizar la sociedad de manera que todos puedan vivir como seres humanos, y no solo unos pocos.
Hoy, por desgracia, abundan unos fuertes sentimientos de rechazo y de repulsa hacia la cultura y hacia las personas que valoran la cultura, que impiden ver estas cosas.
Admiro más el hecho de la desnudez, el hecho personal, social, libre y liberador, anticorsés y humano de estar desnudos, que la posible belleza que pueda tener un cuerpo desnudo. Lo cual no quiere decir que no admire también esta última.