sábado, 11 de julio de 2020

El hombre que tenía alma de toro



Lo más importante no es vivir, sino vivir humanamente.

No tenía cuernos, claro, pero tenía el alma de toro bravo. Estábamos reunidos formando un círculo de bastantes personas, todas con las precauciones propias del momento y separadas suficientemente entre sí. La imagen me recordaba el ruedo ibérico. Una señora de mediana edad hacía de alguacilesa junto al presidente, que no estaba en el palco, sino, como uno más, allí abajo, en el ruedo. Era una de esas reuniones convocadas de cualquier manera, sin guardar las formas y con evidentes intereses vividos con ansiedad por quienes organizaban la cita. De manera espontánea se fueron formando dos bandos en el redondel. La alguacilesa pronto pareció estar del lado de los convocantes. Estos, en cuanto alguien pedía la palabra y se manifestaba de manera crítica, no le dejaban hablar con gritos y aspavientos. El hombre con alma de toro dejó ver pronto su bravura. Cuando hablaba, daba muestras de que le hervía la sangre y avanzaba con fiereza a medio contener hasta el centro del ruedo, desde donde emitía embestidas verbales contra quien osaba pensar de manera contraria. A veces, incluso llegaba hasta la mesa de la alguacilesa, a la que le contaba cosas que los demás no oíamos. Vi la conveniencia de pedir la palabra. Siempre me ha resultado eficaz iniciar mis intervenciones con un silencio, para que el auditorio se calle y preste atención. Tras él, comencé a exponerles los detalles que me parecían poco claros de la convocatoria.
—Si usted no está de acuerdo, se calla —gritó el hombre con alma de toro avanzando un poco hacia el tercio.

Tan irrespetuosa expresión levantó murmullos entre parte de los asistentes. Le pedí a la alguacilesa que moderara la reunión porque así no íbamos a llegar a ninguna parte sensata. Pude seguir con mi intervención. Les dije que les estaba dando los motivos por los que la convocatoria de la reunión podría ser impugnada.
—Está usted amenazando. Eso son amenazas —lanzó el hombre con alma de toro, cada vez más rojo, entre los comentarios del tendido.

Pedí que me permitieran hablar. Pude hacerlo y les conté el argumento que consideraba más claro por el que aquella reunión, en mi opinión, no estaba convocada siguiendo la legalidad.
—Si usted no está de acuerdo, váyase a su casa, que es lo que tiene que hacer, irse a su casa.

Se montó una buena bronca porque muchos se dieron cuenta de que allí al discrepante se le intentaba excluir de muy malas maneras. El hombre con alma de toro daba indicios de parecer un miembro defensor de regímenes antiguos: no admitía más opiniones que la suya, creía que tenía toda la verdad y reaccionaba como si los pareceres adversos fueran puyas que le endosaban en el lomo. Todos debíamos comulgar con sus ideas, y si no, ya lo había dicho alto y claro: ¡A callar y a casa!

Más tarde tuvo otro altercado. Se empeñó en que tampoco podía hablar otro participante. Soltó su bravura a grito pelado y el afectado, ya harto de actitudes tan antisociales y tan poco democráticas, no pudo expresar sus argumentos, pero le dijo vehemente, repetida y firmemente que era un maleducado.

No sé si el hombre que tenía el alma de toro tuvo un momento de lucidez o alguien de su entorno le previno de que estaba quedando en mal lugar, que su imagen no estaba siendo muy presentable, y se retiró a un segundo plano.

El espectáculo, visto en la distancia, fue entretenido, gratis, lamentable y resultó una muestra muy clara del peligroso “Todo vale” que está destrozando la moral y la sociedad. Lástima que nadie lo grabara, porque podría ilustrar la idea de lo que no es vivir humanamente.

Simon Newcomb. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 11/ 7/ 2020.






Tal día como hoy de 1909 murió Simon Newcomb

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viernes, 10 de julio de 2020

Vivir


La imagen puede contener: planta, árbol, exterior y naturaleza




Nos vamos a morir, pero antes hay que vivir. Vivir es inventar, crear. Inventar constantemente y crear constantemente. Inventarse y crearse. La rutina aparece cuando, en vez de crear, repetimos una y otra vez machaconamente, obsesivamente, los mismos mantras, los mismos gritos, los mismos golpes que damos contra nuestra mente y que salen rebotados hacia las mentes de los demás. La rutina es la antesala de la vejez y de la muerte.

Hay que inventarse la vida a cada instante y hay que aprender lo necesario para que esa vida inventada sea satisfactoria para uno mismo y para el resto de personas de nuestro mundo.

Nikola Tesla. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 10/ 7/ 2020.




Tal día como hoy de 1856 nació Nikola Tesla

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jueves, 9 de julio de 2020

Martha Coston. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 9/ 7/ 2020.





Tal día como hoy de 1904 murió Martha Coston

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Los jueves, músicas nuevas. Billy Bragg



BILLY BRAGG es un importante inglés que durante la cuarentena enviaba por video -llamada a su nieta de 4 años canciones que le componía sobre los cuentos que la niña le decía que estaba leyendo. La actualidad de Billy Bragg pasa también por que acaba de publicar un libro de ensayo político.

miércoles, 8 de julio de 2020

Verdades



No estoy ahora para pensar en la posible génesis de esto, pero observo con alarma que cada vez más gente no tiene opiniones sobre lo que ocurre en la vida, sino verdades absolutas y definitivas. Me parece que es una muy peligrosa y lamentable vuelta a la caverna de donde (casi) todos queríamos salir.

Christian Huygens. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 8/ 7/ 2020.





Tal día como hoy de 1695 murió Christian Huygens

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martes, 7 de julio de 2020

Dicho en el pasado. Triunfo


Me parece que no hemos venido a este mundo a triunfar. Ese afán tan común de que lo importante es llegar a la cima del tener, subir hasta lo más alto posible en la escala social o situarse en algún podium, preferiblemente relacionado con el dinero, es un espejismo. Nos hemos acostumbrado a ver gentes, que por las buenas o por las malas, se han enriquecido, aunque sea sólo un poco, o que han llegado a la fama, y nos hemos creído que ese era el sentido de la vida.
En mi opinión, hemos venido a vivir, pero no como si fuéramos individuos aislados, no como si tuviéramos que luchar los unos contra los otros y vencer, no como si el sentido de la vida fuera algo individual, sino entendiendo la vida como un proyecto colectivo, en el que todos tenemos que colaborar a crear una vida común y en el que todos tenemos la misma importancia. Creo que la guerra que nos quiere imponer la mentalidad individualista dominante es absurda y matadora. Ciegos, tuertos, pequeños miopes vitales, que creen que su propia manera de ver la vida es la única valiosa, o acaparadores de dinero a cualquier precio no pueden erigirse en los guías de la humanidad, a menos que alguien quiera apuntarse a ese carro lleno de mediocridad.
Han reducido a la persona a una bolsa que hay que llenar, han olvidado o desconocen lo que es un ser humano y pretenden que todos pasemos por el estrecho agujero del embudo del triunfo. El propio afán de triunfo nos ha metido en el cuerpo el miedo al fracaso y esto nos impide reconocer que estamos bastante perdidos y que la vida va por otro lado.
Buenas noches.