viernes, 16 de diciembre de 2011

Se murió





Creía que ya se lo sabía todo. Se pasaba el día dando explicaciones. No tenía el menor deseo de aprender, sino de enseñar, que era la manera que tenía de intentar quedar por encima del que él creía ignorante. Consideraba que ya estaba todo inventado. Lo nuevo era condenable por ser nuevo, no porque fuera malo. Las cosas las veía cada vez más simples. Lo complejo no era más que un conjunto inútil y absurdo de complicaciones prescindibles. Los demás no tenían gran interés para él, salvo porque le escuchaban y le servían de ocasión para sentirse necesario, aunque no lo fuera para nadie. Se sentía seguro en la rutina. Sus gestos denotaban que era una lata tener que estar siempre aclarando cómo eran las cosas. No leía nada porque no tenía ninguna necesidad de hacerlo. No hacía deporte porque pensaba que eso le iba a embrutecer. No exteriorizaba sus sentimientos. Ni se le pasaba por la mente emocionarse en público. Solía decir que las mujeres tenían su forma de ser y sus cosas, pero que él no entraba en ese terreno. Los políticos se equivocaban todos porque no hacían lo que él creía que tenían que hacer. Comía mucho y casi siempre lo mismo. Sus horarios se repetían día tras día, siempre iguales. Iba de aquí para allá, pero, en realidad, estaba muerto desde el día en el que le resultó más cómodo dejar de crecer, dejar de ser para contentarse con estar.


jueves, 15 de diciembre de 2011

Angela de piedra



De vez en cuando la humanidad origina figuras un tanto extrañas que lucen entre sus características la de la terquedad. El siglo XX vio con pesar a la dama de hierro, que se hartó de hacer el bien a una minoría y el mal a todos los demás. Hoy el mundo contempla el comportamiento empecinado de Angela Merkel, que aún no tiene apelativo para la posteridad, pero que parece una dama de piedra. Hierro, piedra ... Esto nos retrotrae a épocas muy pasadas, pero el neoliberalismo no es que mire para adelante precisamente.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Tú primero




En la vida hay cosas indemostrables porque superan el alcance de la razón para hacerlo. Vas buscando algo que necesitas, pero no lo encuentras, y si te quedas ahí, te hundes. Hay, no obstante, una posibilidad que resulta paradójica, ilógica, absurda y, además, hay que tener ganas de vivir para probarla. Se trata de que pongas tú antes lo que no encuentras, de que des tú lo que quieres que te den, de que tengas el gesto chocante y altanero de ofrecer tú lo que necesitas. El resultado te sorprenderá, estoy seguro. Si te vuelcas, no te caerás.

martes, 13 de diciembre de 2011

El rescate



Hay días en los que los pequeños detalles pierden la viveza de sus colores, en los que el futuro se queda plano y transparente y sólo queda un presente plomizo y espinoso en el que te ves sin el menor valor, sin el menor adorno, solo y desnudado. Son esos días sin esperanza, sin espera, en los que ni siquiera quieres ir a dormir y en los que, a lo sumo, te gustaría tener la suerte improbable de que una mano amiga y ajena a tu mundo viniera a rescatarte.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Ser cariñoso



Yo no quiero nada de nadie ni le pido nada a nadie. No quiero que nadie me dé nada. Lo único que quisiera es poder ser como soy. Y para mí es un valor ser cariñoso. La vida y lo que te pasa en ella te producen unos sentimientos y yo he aprendido que no es nada bueno dejarlos dentro de ti, en donde es posible que se tuerzan y, si acaso, hagan daño. Es mejor sacarlos fuera y, a ser posible, que se enteren los que te han producido esos sentimientos.

Pero la cosa no es tan fácil porque no todos -yo, el primero- hemos sido educados para convivir con la expresión de los sentimientos. Es como si hubiera una tendencia a malinterpretar, a sospechar del que te da cariño (¿qué querrá?), a reservar esas manifestaciones para el ámbito de la intimidad, eliminándolas de la vida cotidiana. Pero a mí me parece un signo de juventud vital, de frescura, de humanidad, de calidad de vida, de naturalidad, de creación de un mundo distinto y mejor.

Me emociona cuando una persona entiende la vida en clave cariñosa. Es como si se concentraran en ella las mejores cualidades humanas, la buena voluntad, el hacer algo por el otro, el dar cariño, el regalar sonrisas. Tengo amig@s que regalan abrazos fuertes, besos a miles y ambas cosas a la vez y me siento orgulloso de ell@s. Pero no todos son así y hay veces que o bien las circunstancias hacen que te encuentres con personas encerradas en su mundo y que no te tratan con cariño o bien rechazan el que tú intentas darles. Por lo menos a mí no me resulta demasiado fácil ser cariñoso.


domingo, 11 de diciembre de 2011