miércoles, 26 de enero de 2011

Sinde: dimisión ¿por qué?


Acabo de ver en Facebook una petición, en nombre del pueblo, de dimisión de la ministra Ángeles González Sinde. Los motivos son “haber aprobado una ley de espaldas al pueblo” y que “el pueblo se ha manifestado en contra de esa ley”. Ya la han firmado más de 8.000 personas.

Me he quedado perplejo. Estamos llegando a unos límites de ignorancia y de desparpajo para soltar cualquier cosa, tenga sentido o no, que no sé a qué desastre colectivo nos va a llevar.

No sabía yo que en un sistema democrático, como es todavía el nuestro, las leyes las aprobaran los ministros del gobierno. Creía que lo hacía el Parlamento y por mayoría de los representantes del pueblo, pero ahora parece que se muestra otra cosa, que no es más que una estupidez, y, basándose en ella, se pide la dimisión de una ministra.

Tampoco tengo yo noticia de que se le haya preguntado “al pueblo” si estaba de acuerdo o no con la ley Sinde. ¿Cuándo ha sido la consulta? ¿Por qué a mí nadie me ha preguntado nada? Que yo sepa, en una democracia representativa, los ciudadanos eligen a los que estiman oportunos, diputados y senadores, para que sean ellos los que discutan y decidan, pero no lo hace el pueblo directamente. Si se prefiere otro sistema de convivencia política, que se diga claro.

Creo que tenemos que empezar a tomarnos en serio lo que está pasando y dejarnos de demagogias baratas y de intentos de engañar al ciudadano en beneficio de unos listos con ansias de poder y de apropiarse de cualquier cosa. Que diga cada uno lo que le parezca sobre lo que quiera, pero que intente justificarlo con razones claras. Y que no trate de cambiar la realidad con mentiras burdas ni con inventos disfrazados de argumentos.

¿De verdad te crees que vale todo?

Sin escrúpulos




A pesar de este pesado olor a neoliberalismo que nos invade, no acabo de entender bien que un grupo de periodistas deportivos tengan el estómago y la personalidad tan peculiares como para pasar de trabajar en la SER a hacerlo en la COPE. Y, además, hacerlo todos en bloque. Porque no es que uno de ellos haya sentido de repente los efectos de una especie de conversión paulina, sino que todo un grupo ha pasado de trabajar para lo que supone la SER a hacerlo para lo que representan los obispos. Uno de ellos, incluso, por motivos que desconozco, se incorporó recientemente al cambio, con más premeditación, por tanto, que los demás.

Lógicamente, el caso tendrá sus peculiaridades y sus motivaciones, pero yo veo en él una muestra más de que hoy día puede hacerse lo que a uno le dé la gana y trabajar tanto para el amigo como para el enemigo. ¿Qué más da, si todo vale, si todo es posible?

Algún intelectual dijo no hace mucho que esto era posible porque el deporte no tiene ideología, lo cual me parece de una candidez que asusta. Aparte de que no se trata aquí del deporte, sino de la información deportiva, colaborar a incrementar los beneficios de una cadena, aunque sea privada, defensora de la democracia y de un estilo de vida democrático, no es lo mismo que hacerlo a favor de unos obispos capaces de montar manifestaciones populistas y deshumanizadoras y de defender maneras de vivir de otros tiempos. No es lo mismo.

Allá cada cual con lo que hace, pero no puede quedar como modelo de actuación, una vez más, el todo vale, el todo es posible. Hay cosas que sólo se hacen porque se pone el interés personal muy por encima de lo que sea, sin escrúpulos y sin demasiada justificación. 

lunes, 24 de enero de 2011

Inmediatez




Nos estamos acostumbrando a no ver más que lo inmediato, lo que tenemos delante, lo que conecta de forma urgente con nuestros deseos, lo que captamos sin necesidad de ir un poco más allá para ver sus consecuencias o sus contraindicaciones. Hay un neoliberalismo ambiental, como una peste horrorosa que se pega a las ideas igual que se pega(ba) a la ropa el humo del tabaco, que, al parecer, nos seduce y nos invita a creernos que podemos hacer lo que nos dé la gana, sin que la posible repercusión sobre los demás signifique ni una llamada de atención ni un momento para pararse a pensar si lo que quiero, además de apetecible, es bueno. Un anuncio de una marca de coche que oigo estos días por la radio lanza al aire sin escrúpulos la expresión: “Aprovéchese y luego lo piensa”. En unos grandes almacenes, en la pared de detrás de la Caja, he visto escrito: “Compra ahora, decide después”. O sea, que con una naturalidad y una franqueza que parecen dar un salto desde la cultura a la zoología, nos invitan a que nuestro comportamiento consista en hacer sin demora lo que le llega a la voluntad a través de los sentidos, de la imaginación o de lo que se tercie y, después, si tienes ganas, si te acuerdas o si te interesa, lo piensas y, entonces, te arrepientes o no. La madurez consiste justamente en lo contrario, en preguntarle a la razón la viabilidad de la acción antes de que la voluntad decida. Por tanto, lo que están queriendo hacer contigo, amigo lector, aunque no lo sepas, es convertirte en una mente infantil para que aceptes con facilidad los reclamos de la propaganda comercial. Y si te acostumbras a esto, no dudes que aceptarás también las consignas políticas que les interesan a los que están detrás de esas maniobras, que ingenuamente podríamos calificar de comerciales, pero que son, en realidad, (des)educativas, preparatorias de una nueva, aunque muy antigua, forma de concebir al ser humano.

La consigna parece ser esta: deshumanicemos al ser humano, quitémosle lo que pueda tener de pensamiento, de socialidad, de prudencia, de reflexión, de proyecto, de esfuerzo, de prever consecuencias. Hagamos un ser que pueda ser fácilmente feliz, tontamente feliz, pero sin dificultades. Procuremos que estos tiernos y sumisos seres no nos opongan mucha resistencia ante nuestros requerimientos, que, por supuesto, no los piensen, que no los critiquen ¡qué ordinariez!, que con la excusa de conseguir placer, consuman, para que nuestros negocios sigan dándonos motivos para vivir bien. Es verdad que cada vez tienen menos dinero, pero el que les queda hay que procurar que no lo gasten en cultura -¡qué peligro, el mayor de todos! La cultura debe ser gratis, que para eso está Internet. Y si los creadores dejan de crear, mejor. Nosotros no perdemos nada y así molestan menos. Que compren nuestros productos, o sea, coches, ropas, cosas que entendemos y que fabricamos. Sin que se den cuenta, tenemos que hacerles ciudadanos del imperio de los sentidos y que gasten, que gasten todo lo que tengan. Cuando la brecha entre ellos y nosotros sea tan grande que crean que están solos, se morirán de pobres. ¿Para qué querrían convertirlos desde hace tanto tiempo en seres humanos? ¡Qué estupidez!

domingo, 23 de enero de 2011

Josephine Foster

Josephine Foster es una cantautora nacida en Colorado y residente en España desde hace algunos años. Ha sacado un disco con canciones antiguas españolas, entre las que están estas Sevillanas del siglo XVIII. No sé qué pensar ni qué decir de este tema ni de esta artista.


Lo puedes comparar, si quieres, con la versión de Victoria de los Ángeles.




jueves, 20 de enero de 2011

Pero ¿no valía todo?


Pero ¿no valía todo? ¿A qué vienen ahora los dentistas diciendo que los que tengan un piercing en los labios deben ir al médico porque es posible que les haya afectado a la encía? Que se callen los médicos, que yo me pongo en la boca lo que me da la gana. ¿Por qué todo el mundo va a hacer lo que dé la gana y yo no? Esto es una estafa. No voy a ir a ningún médico y voy a seguir haciendo lo que me salga de las narices, como todos, digan los médicos lo que digan. Hasta ahí podíamos llegar.

miércoles, 19 de enero de 2011

Haciendo cosas


Los golfos y los locos lo odiaban. La gente normal no le hacía mucho caso. Él estaba aquí, ahí y allá, repartido, entre todos, haciendo cosas.