La respuesta no fue unánime. Salvo una minoría que dijo que sí, el resto se decantó por cosas tales como “Lo hará si quiere”, “Que haga lo que quiera”, “¿Y por qué te iba a tener que obedecer?” “¿Y si nadie le ha dicho que tiene que obedecer?”…
No creo que sea sólo cosa de la edad. Si con 14 años razonan así, mal están las cosas. Y realmente están mal. No tienen ni idea de la necesidad de una obediencia racional, esto es, no son conscientes de que tienen que obedecer y, además, de que tienen que saber por qué deben obedecer. Hay unas cuantas generaciones que pertenecen a la clase bruta. Me refiero a las de los padres de estos alumnos, claro.
Les expliqué que cuanto tengan hijos, deben decirles lo que tienen que hacer y acostumbrarles a que sepan por qué deben hacerlo. Es la única manera de que se vayan haciendo seres humanos y de que vayan abandonando la animalidad inicial.
- Entonces, ¿también debemos obedecerte a ti? Y ¿por qué?
La pregunta creo que indicaba que algo habían entendido. Pero con la distancia me parece que el que un alumno le pregunte eso a su profesor es para que nos pongamos a pensar de dónde venimos, a dónde vamos a ir a parar y dónde y con quién estamos.
A ver si llegan pronto las tarimas, palabra que ¡qué casualidad! encierra dentro de sí esta otra: trama.
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