En tiempos de tanta mentira, engaño y falsedad, la sinceridad es una actitud revolucionaria.
Ir de frente con la verdad evidencia un alma llena de valentía y fortaleza, así como un espíritu libre que no se somete como un esclavo a los dictados de lo políticamente correcto y del interés.
Es un valor ético deseable que establece relaciones auténticas entre personas honestas.
Solo en la verdad podemos crecer humanamente, desarrollarnos, crear y construir; y cuando cogemos el atajo de la mentira, por el contrario, destruimos, manchamos, afeamos e involucionamos.
Considero nefasta e hipócrita la mentira y produce daños emocionales y desconfianza en quien la recibe, pero también una autoimagen negativa y baja autoestima en quien la utiliza.
Quien miente le roba al otr@ el derecho a la verdad.
La sinceridad es hablar con la verdad; a diferencia del sincericidio que es utilizar la verdad de forma brutal y descarnada para producir daño.
Y lo contrario al sincericidio sería el ser políticamente correcto y empeñarse a toda costa en no decir nada que pueda herir a l@s demás o utilizar las mentiras piadosas.
En conclusión, dejemos de fingir y de vivir una farsa de forma falsa e insincera; y vivamos y expresémonos de forma auténtica y honesta amando la verdad.
Y, como decía Gandhi, más vale ser vencido diciendo la verdad que triunfar por la mentira.