miércoles, 21 de diciembre de 2011

martes, 20 de diciembre de 2011

Saida Karoli



Lo que queda



Hay que ir siempre hacia adelante. El fin está delante y tiene que ser distinto y mejor que el punto de partida. Si no se entiende así, es muy posible que no le encontremos sentido a la vida.

Pero ir hacia adelante exige derrochar energía y eso cuesta. Puede que, para hacer acopio de fuerzas y poder construir el camino, haya que contemplar, mirando hacia atrás, en el pasado remoto o cercano, la parte buena de nuestra vida, la gente tan humana que hemos tenido la fortuna de encontrar, el cariño que hemos podido dar y recibir, las sonrisas que nos han regalado sin que las hayamos pedido, el cariño que hemos dado y el que hemos recibido, los abrazos en los que la vida nos ha hecho encajar, la solidaridad que has generado y la que han generado para ti. Siempre hay algo detrás de lo que se puede echar mano. Y si no encuentras nada, siempre, al menos, te queda la ética.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Maneras de no ver




Hay quien no ve porque no tiene vista.
Hay quien no ve porque no mira.
Hay quien no ve porque no quiere mirar.
Hay quien no ve porque no sabe mirar.
Hay quien no ve porque, aunque mire, tiene ya en los ojos la imagen que quiere tener de aquello que está mirando.
Hay quien no ve porque sus creencias le impiden ver ciertas cosas.
Hay quien no ve porque siempre está rodeado de demasiada luz.
Hay quien no ve porque suele estar a oscuras.
Hay quien no ve porque sólo se mira a sí mismo.
Hay quien no ve porque no le gusta nada de lo que hay.
Hay quien no ve porque no entiende nada.
Hay quien no ve porque no tiene criterio propio.
Hay quien no ve porque siempre está demasiado lejos.
Hay quien no ve porque está demasiado cerca.
Hay quien no ve porque tiene delante el árbol.
Hay quien no ve porque le gusta ir con gafas de sol cuando es de noche.
Hay quien no ve porque mira con los ojos cerrados.
Y hay quien ve, a pesar de ser ciego.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Antonio Gala y la muerte




Acabo de oír la entrevista que Montserrat Domínguez le ha hecho a Antonio Gala en la SER. Me ha impresionado y me ha emocionado oir a un ser humano hablar con tanta naturalidad de la muerte. Me ha parecido una actitud tan humana, tan poco afectada, tan poco desvirtuada por las religiones y por las imaginaciones ultramundanas, que, junto a la pena, ha hecho que surja en mí un foco de paz, de sosiego.

¿Por qué Antonio Gala puede hablar así de la muerte? Seguramente porque a lo largo de toda la vida ha procurado estar vivo, ha intentado vivir, ha preferido no desperdiciar el tiempo y ha querido estar en la vida como un ser vivo.

Todos tenemos unos valores, aunque no los conozcamos. Se trata de saber cuáles son y de ponerlos en práctica, de hacerlos reales, porque para eso son valores, para eso valen. Se trata de hacer algo en la vida, algo que sea nuestro, algo que nos merezca la pena. Hay que rechazar el confundir la vida con engordar el culo delante del televisor o con anestesiar el tiempo dependiendo de lo que haga el equipo de fútbol de turno. Se trata de crear. Lo que sea, pero crear. Se trata de no aislarse de los demás. Los demás son míos también y mi vida debe ser también la de todos. Se trata de intentar que se realicen las grandes ideas, pero sin olvidar los pequeños detalles, los que nos hacen sentir con intensidad la vida en contacto con las personas que tenemos cerca. Se trata de no andar a la velocidad que nos marca el mundo, esa cosa loca que entre todos estamos ayudando a parir, sin saber que lo estamos haciendo. Se trata de no perder el sosiego ante nada. Se trata de que te quieras a ti mismo, a ti misma, para que así puedas querer en las mejores condiciones posibles a los demás. Se trata, por tanto, de amar. Y también de poder expresar el amor. Se trata de algo muy sencillo, pero lleno de complejidad. Se trata, por encima de todo, de vivir. Ánimo Gala.

Puedes oir la entrevista aquí.

Anthony Joseph

viernes, 16 de diciembre de 2011

Se murió





Creía que ya se lo sabía todo. Se pasaba el día dando explicaciones. No tenía el menor deseo de aprender, sino de enseñar, que era la manera que tenía de intentar quedar por encima del que él creía ignorante. Consideraba que ya estaba todo inventado. Lo nuevo era condenable por ser nuevo, no porque fuera malo. Las cosas las veía cada vez más simples. Lo complejo no era más que un conjunto inútil y absurdo de complicaciones prescindibles. Los demás no tenían gran interés para él, salvo porque le escuchaban y le servían de ocasión para sentirse necesario, aunque no lo fuera para nadie. Se sentía seguro en la rutina. Sus gestos denotaban que era una lata tener que estar siempre aclarando cómo eran las cosas. No leía nada porque no tenía ninguna necesidad de hacerlo. No hacía deporte porque pensaba que eso le iba a embrutecer. No exteriorizaba sus sentimientos. Ni se le pasaba por la mente emocionarse en público. Solía decir que las mujeres tenían su forma de ser y sus cosas, pero que él no entraba en ese terreno. Los políticos se equivocaban todos porque no hacían lo que él creía que tenían que hacer. Comía mucho y casi siempre lo mismo. Sus horarios se repetían día tras día, siempre iguales. Iba de aquí para allá, pero, en realidad, estaba muerto desde el día en el que le resultó más cómodo dejar de crecer, dejar de ser para contentarse con estar.


jueves, 15 de diciembre de 2011

Angela de piedra



De vez en cuando la humanidad origina figuras un tanto extrañas que lucen entre sus características la de la terquedad. El siglo XX vio con pesar a la dama de hierro, que se hartó de hacer el bien a una minoría y el mal a todos los demás. Hoy el mundo contempla el comportamiento empecinado de Angela Merkel, que aún no tiene apelativo para la posteridad, pero que parece una dama de piedra. Hierro, piedra ... Esto nos retrotrae a épocas muy pasadas, pero el neoliberalismo no es que mire para adelante precisamente.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Tú primero




En la vida hay cosas indemostrables porque superan el alcance de la razón para hacerlo. Vas buscando algo que necesitas, pero no lo encuentras, y si te quedas ahí, te hundes. Hay, no obstante, una posibilidad que resulta paradójica, ilógica, absurda y, además, hay que tener ganas de vivir para probarla. Se trata de que pongas tú antes lo que no encuentras, de que des tú lo que quieres que te den, de que tengas el gesto chocante y altanero de ofrecer tú lo que necesitas. El resultado te sorprenderá, estoy seguro. Si te vuelcas, no te caerás.