Qué tiempos aquellos en los que había buena voluntad, cuando se trabajaba para construir, cuando se procuraba que se hicieran reales los valores nobles y generosos, en donde con toda claridad lo común se ponía por encima de lo particular y en donde la voluntad de servicio se daba por supuesta.
Eran tiempos en los que, de entrada, todos tenían un poco de razón y en los que tu problema era también parte de mi problema.Eran tiempos en los que se miraba el horizonte con alegría, con ilusión, en los que los abrazos salían con espontaneidad del alma y en los que el ser humano andaba por el camino de convertirse en ser humano.
Eran tiempos que nada tenían que ver con la mierda actual, asfixiante, injusta, enferma y deshumanizante.Tiempos que no volverán. Pero, justamente por eso, habrá que construir un tiempo nuevo, en el que aparezca un ser humano nuevo, en un mundo nuevo, con un horizonte nuevo y una vida nueva.
No hay que cerrarse. No hay que pensar que todo está ya hecho. Nunca pienses que tú eres ya tú. Queda mucho aún por inventar, por crecer, por vivir. Ya queda menos.