Uno de los medios por los que el
machismo trata de insertarse en la vida cotidiana de los pueblos es
el de la belleza femenina. Es evidente que no hay un ideal de
belleza, ni mucho menos, sino que en cada época y en cada situación
se genera un grupo de ideas que son consideradas bellas. Lo habitual
es que sean las mujeres quienes 'deben' ser bellas, según unos
criterios que diseñan los hombres y que ellas aceptan, posiblemente
sin saber en muchos casos lo que hacen.
Esa idea machista de belleza de la
mujer encubre y oculta el deseo de superioridad masculina y la
utilización de la mujer -al menos, de su cuerpo- para el placer del
machista, que no tiene en cuenta que la mujer es un ser humano y que
no puede estar al servicio del macho bajo el pretexto de las modas o
las costumbres.
Creo que pueden entenderse así, por
ejemplo, la ablación del clítoris -que evita que la mujer pueda
desear y buscar placer con otro hombre-, las mujeres jirafa de
Thailandia -incapaces de vivir sin sus anillos en el cuello-, la
necesidad de depilarse o la de usar zapatos con un tacón de vértigo.
Hoy he visto un estupendo artículo
sobre los pies de loto, esos minúsculos pies que debían llevar las
mujeres chinas para parecer bellas y, de paso, para reducir su
movilidad e impedir su huida. Te lo copio aquí. Lo puedes encontrar en esta dirección.
LOS PIES de LOTO: Una antigua tradición china…
Existe una gran diversidad cultural en nuestro planeta, y muchas veces las tradiciones que para algunos resultan normales les parecen a otros algo espantoso, horrible. Desde las peleas de gladiadores romanas hasta las guerras rituales (con sus sacrificios, claro) mesoamericanas, pasando por el comportamiento y la vestimenta exigida a las mujeres en muchas regiones del mundo, estas tradiciones han creado un mundo – podría decirse – más bello, pero también más cruel.
Es el caso de los Pies de Loto: una tradición de la milenaria cultura china que estaba destinada a volver a las mujeres más deseables y valiosas. Se trataba de convertir sus pies en pequeñas medias lunas, en la mínima expresión de un pie humano, pues se consideraba que tener pies pequeños era algo femenino.
De acuerdo con la leyenda, la tradición surgió durante el gobierno del Emperador Li Yu de la dinastía Tang (quien gobernó entre los años 961 y 976), cuando a una de sus cortesanas, particularmente agraciada y talentosa en el arte del baile, le fue solicitado por parte del emperador que vendara sus pies para que adoptaran la forma de la media luna y pudiera bailar, apoyando las puntas, en una flor de loto de 6 puntas que él mismo había construido. El baile fue tan grácil y bello que las demás mujeres de la corte decidieron imitarla.
Otras versiones le apuntan a un surgimiento más temprano, durante el reinado del emperador Xiao Baojuan (hacia el año 500 d. C.) e incluso de provenir del segundo milenio a. C. Sin embargo, la mayor parte de los historiadores chinos hablan del gobierno de Li Yu como el momento en el que la práctica aparece, y los comienzos d ela dinastía Song (apenas unas décadas después) como el momento en el que se populariza.
Con el tiempo, todas las mujeres de las clases altas comenzaron a practicar este arte y a apretar los pies de sus hijas para que solo crecieran una mínima parte de lo normal. Lo que comenzó como una moda, con las décadas, se fue convirtiendo en una necesidad, en algo que una mujer requería para ser deseada… y en una sociedad donde las mujeres tenían un papel secundario (al menos en las clases altas), es lógico pensar que su estatus dependiese de su belleza.
El proceso para que una niña desarrollara los llamados “pies de loto” era largo y extremadamente doloroso. Comenzaba a los 4 o 5 años, cuando los huesos del pie aún estaban blandos, y se amarraban con una venda que buscaba evitar su crecimiento y presionaba los dedos contra el talón. Con el tiempo, el pie se iba deformando, los dedos se volvían inútiles y el pulgar (que se desplazaba hacia abajo) era el único que tenía algún funcionamiento, permitiendo el equilibrio de las personas.
Los demás dedos del pie se iban forzando a quedar debajo de la planta mediante un tejido de algodón blanco y, cuando la niña alcanzaba una edad algo mayor, botines con punta que evitaban el crecimiento del pie. Desde el comienzo del proceso la niña debía desayunar arroz glutinoso y fríjoles rojos, una mezcla que supuestamente ablandaba los huesos para que los pies se moldearan a la forma deseada.
Las mujeres que tenían Pies de Loto no podían caminar grandes distancias. En los casos más extremos, a duras penas sí podían moverse a saltitos, como un bailarín de ballet, pero en general el proceso no era tan dramático y les permitía, incluso, trabajar en los campos de arroz… aunque a costa de un dolor y un daño considerable en sus piernas.
Lo verdaderamente interesante del asunto es cómo la moda comenzó a extenderse más y más, alcanzando incluso las clases bajas. Se convirtió en un símbolo de status y en una condición para ser considerada bella: los pies de loto se volvieron parte fundamental de la sexualidad de las mujeres, pues se consideraban la parte más erótica del cuerpo. Se dice incluso que un hombre podría tocar involuntariamente los senos de una mujer sin que hubiera mayor problema, pero tocar sus pies se consideraba una gran ofensa. El fetiche llegaba hasta el punto que se decía que una mujer con los pies vendados, por su manera de caminar, tendría una vagina más apretada, brindando mayor placer a su pareja.
La tradición de los pies comenzó a ser rechazada por la dinastía Qin desde el siglo XVII, pero al parecer en este momento ya estaba demasiado arraigada en la mayor parte de la población china. No fue hasta finales del siglo XIX cuando una combinación entre reformadores chinos, misiones cristianas y algunos sectores de la sociedad que nunca se habían vendado comenzaron una serie de campañas educativas para convencer a la población de que el vendaje era una práctica inhumana.
Los pies de loto no caerían tan fácilmente. Cuando se iniciaron las campañas, prácticamente el 50% de las mujeres en el país tenían los pies modificados, y en la etnia dominante Han esta figura ascendía casi al 100%. Al final, hicieron falta varias décadas de campañas educativas y la prohibición definitiva del Partido Comunista Chino para que la práctica cesara definitivamente. En la actualidad, las últimas representantes de esta costumbre ya tienen edad avanzada. Al final, los Pies de Loto no pudieron con la modernidad.
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