Hablan a gritos, pero no dicen nada que
tenga un mínimo de interés. Se observa en el autobús, en el bar,
en los mítines, en las tertulias y en cualquier sitio en donde no se
pretenda la reflexión, sino esa nefasta manía tan extendida de
querer llevar la razón como sea.
Buenas noches.
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